Sobre los autores

Steve Hickey tiene licenciaturas en Ciencias y Matemáticas por la Open University, se hizo miembro del Instituto de Biología mediante un examen en farmacología, y es biólogo contratado y antiguo miembro de la Sociedad Británica de Computación. Ha llevado a cabo experimentos en escaneo corporal por tomografía axial computarizada (TAC) de resolución ultraalta y ha dirigido el equipo de físicos de la primera unidad europea de imagen por resonancia magnética (RM) en la Facultad de Medicina de la Universidad de Manchester. Ha publicado más de cien artículos científicos que cubren diversas disciplinas. Actualmente es miembro del Departamento de Biología de la Universidad de Staffordshire.


Andrew W. Saul tiene más de treinta años de experiencia en educación para la salud natural. Ha enseñado nutrición, ciencias de la salud y biología celular a nivel universitario durante nueve años. Es el presidente del Comité Independiente de Revisión de la Seguridad de las Vitaminas, editor del Servicio de Noticias de la Medicina Ortomolecular y subdirector del Diario de Medicina Ortomolecular. Asimismo, es el autor de Sé tu propio médico (Publicaciones Basic Health) y ¡Despide a tu médico! (Editorial Sirio). Su página web, popular, revisada por pares y no comercial sobre la sanación natural es www.DoctorYourself.com.

PORTADA VITAMINA C
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La información contenida en este libro se basa en la investigación y las experiencias personales de los autores, y no debe ser utilizada como sustituto de la consulta con un médico u otro profesional sanitario. Toda tentativa de diagnóstico o de tratamiento de una enfermedad debe realizarse bajo la supervisión de un profesional sanitario.

La editorial no aboga por el uso de protocolo sanitario alguno, pero cree que la información contenida en este libro debe hacerse de dominio público. La editorial y los autores no se hacen responsables de los resultados o consecuencias negativas que pudieran resultar de la utilización de las indicaciones, preparados o procedimientos de los que se habla en este libro. Si el lector deseara hacer alguna pregunta con respecto a la conveniencia de cualquiera de los procedimientos o preparaciones mencionados, los autores y la editorial le recomiendan encarecidamente que consulte con un profesional sanitario.

Título original: Vitamin C: The Real Story

Traducido del inglés por Víctor Hernández García

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

A la memoria del doctor Robert F. Cathcart III,
uno de los médicos más innovadores
en
medicina ortomolecular.

Agradecimientos

Queremos agradecer al doctor Abraham Hoffer, su continuo ánimo y apoyo. El doctor Hoffer interpretó un papel muy importante en la medicina ortomolecular y es una inspiración para los científicos y médicos interesados en nutrición y medicina. De forma semejante, el doctor Robert F. Cathcart III estuvo en la vanguardia del uso de la vitamina C en la medicina ortomolecular y aportó la información indispensable que se ha usado para recopilar este libro. Los doctores Ron Hunninghake, Michael González y Jorge Miranda-Massari, de la iniciativa RECNAC, nos han regalado generosamente su tiempo y nos han mantenido informados de los trabajos clínicos sobre el uso de la vitamina C en diversas enfermedades. En el Reino Unido, el doctor Damien Downing nos ha dado acceso a su abundante experiencia en medicina nutricional. El doctor Gert Schuitemaker, presidente de la Sociedad Internacional de Medicina Ortomolecular, nos suministró amablemente vídeos y textos de Linus Pauling sobre su papel en la controversia de la vitamina C. Los doctores Hilary Roberts y Len Noriega nos han ofrecido constantemente su experiencia científica para facilitar nuestro conocimiento de la vitamina C y sus efectos.

Cualquier libro que trate de la vitamina C y la medicina ortomolecular tiene una gran deuda con aquellas personas que se esfuerzan en mantener el perfil público de la investigación de fondo. Entre ellos están los periodistas médicos Bill Sardi; Owen Fonorow, de la Fundación para la Vitamina C; Rusty Hodge, de la página web C for Yourself, y Chris Gupta. Debemos gratitud a muchas más personas, demasiadas para detallarlas aquí, por sus esfuerzos para impedir que la historia de la vitamina C quede completamente oculta para el público.

Prólogo

Hace unos cuarenta años me encontré con los doctores Linus Pauling e Irwin Stone en una reunión en Nueva York. Pauling disertó sobre su descubrimiento de la estructura de la molécula de hemoglobina. Durante la exposición de su conferencia comentó que le gustaría poder vivir otros veinticinco años, porque los descubrimientos futuros serían muy interesantes. Poco sabía que su deseo y nuestro encuentro le cambiarían la vida y le concederían otros treinta años. Stone, por su parte, me habló de su interés por la vitamina C, a la que prefería llamar ácido ascórbico. Le había salvado la vida después de un accidente de automóvil casi mortal. Tenía una enorme colección de documentos sobre la vitamina C y yo le apremié a que escribiese un libro sobre ella.

Tras llegar a su casa escribió al doctor Pauling y le indicó que si él también tomaba la vitamina conseguiría vivir esos veinticinco años. Para su gran sorpresa, los resfriados que con frecuencia le aquejaban desaparecieron. Llegó a tomar 18 g al día, una dosis doscientas veces mayor que la cantidad diaria recomendada (CDR), y le encantaba decírselo a todo el mundo. Finalmente, el doctor Stone publicó su maravilloso libro El agente curativo.

A menudo los críticos no son conscientes de las consecuencias involuntarias de lo que dicen. En otra reunión, el doctor Pauling indicó que el ácido ascórbico podría disminuir los estragos del resfriado común. El doctor Victor Herbert, portavoz del estamento antivitaminas, solicitó evidencias de ello. A Pauling le pareció justo y llevó a cabo una búsqueda completa a través de las publicaciones sobre el asunto. Encontró muchas evidencias, pero Herbert se negó a estudiarlas. El libro de Linus Pauling La vitamina C y el resfriado común tuvo un gran éxito y las ventas de vitamina C se dispararon.

Yo estaba fascinado. El ácido ascórbico, en combinación con la vitamina B3, ya era parte del tratamiento nutricional que utilizaba en pacientes con esquizofrenia. En 1952 comencé a usar la vitamina C como antioxidante para disminuir la trasformación por oxidación de la adrenalina en adrenocromo, que es causante de la psicosis. La esquizofrenia es uno de los padecimientos más graves que provoca la carga oxidante (desequilibrio entre los radicales libres y las defensas antioxidantes). Averigüé asimismo que algunos de mis pacientes esquizofrénicos que padecían también de cáncer comenzaron a responder a grandes dosis de vitamina C. Los sarcomas son particularmente sensibles a grandes dosis de esta vitamina.

Posteriormente conocí al doctor Rober F. Cathcart III y estudié sus descubrimientos en el sentido de que altas dosis de ácido ascórbico por vía oral –cantidades que estaban tan cerca del nivel laxante como fuese posible– eran eficaces para el tratamiento del cáncer. Él también suministraba a sus pacientes dosis enormes por vía intravenosa para tratar una gran variedad de padecimientos. Una de mis pacientes con cáncer aumentó su dosis de vitamina C tanto como pudo, y al final estaba tomando 40.000 mg al día. Seis meses después, su tumor ya no era visible en la tomografía axial computarizada y llegó a vivir otros veinte años. La recuperación de esta paciente cambió mi vida profesional, que se basaba en la praxis puramente psiquiátrica. Los médicos comenzaron a remitirme a sus pacientes terminales en tropel, y desde entonces habré visto a unos quince mil de ellos. Los resultados de mi tratamiento han sido buenos, por lo general mucho mejores que los obtenidos por medio de la cirugía, la radiación y la quimioterapia, tanto solos como en combinación.

Los resultados logrados con dosis altas de ácido ascórbico por vía intravenosa son todavía más impresionantes. El doctor Hugh D. Riordan ha tenido más experiencia tratando a pacientes de cáncer de esta manera que cualquier otro médico; ha demostrado que dosis muy elevadas de vitamina C eran algo con lo que los oncólogos solo podían soñar: una quimioterapia que solamente mataba células cancerosas y dejaba en paz a las normales. Ha sido distinguido con la nueva cátedra creada por la Universidad de Kansas, en la que la doctora Jeanne A. Drisko es su catedrática de Medicina e Investigación Ortomolecular. Esta doctora investiga la seguridad y eficacia de los antioxidantes, entre ellos la vitamina C, en cánceres de ovario recién diagnosticados.

Teniendo en consideración las propiedades de la vitamina C en el cuerpo, no es una sorpresa que se haya mostrado tan valiosa. Me referiré solamente a sus tres papeles más importantes, ya que podrá leerse sobre los demás en este libro:

  • Antioxidante. Sin antioxidantes, el oxígeno de la atmósfera nos quemaría lentamente. Es fundamental que el cuerpo mantenga la oxidación bajo control.
  • Formación de colágeno. El colágeno es una proteína estructural importante para los tejidos conjuntivos del cuerpo. En el escorbuto, la carencia de vitamina C es lo que hace que el colágeno de los tejidos se rompa muy gravemente.
  • Devorador de histamina. Cada molécula de vitamina C destruye una molécula de histamina. Los tejidos sangrantes y la distensión de las fibras de colágeno en el escorbuto son provocados por la acumulación de histamina en el cuerpo, que no contiene la suficiente vitamina C.

El ácido ascórbico es muy seguro. Siempre me ha desconcertado que la profesión médica estuviera muy dispuesta a inventar tantas propiedades tóxicas, cuando la vitamina C no tiene ninguna. Las informaciones manipuladas y falsas predominan, y la profesión sigue considerando esos mitos como verdades; eso es algo que puede cambiar al leer este libro. Por ejemplo, la vitamina C no provoca cálculos en el riñón, ni anemia perniciosa, y no vuelve estériles a las mujeres. La vitamina C no acortó la vida de Linus Pauling, como afirmaba el doctor Herbert: de hecho, Pauling vivió dieciocho años más tomando vitamina C que Herbert sin ella.

El doctor Stone afirmó una y otra vez que se debería clasificar a la vitamina C como un nutriente importante, que necesitamos en cantidad y que no podemos fabricar, y no como una vitamina. Si quieres estar verdaderamente sano, debes ingerir suficiente vitamina C. Después de haber leído este libro sabrás por qué y cuánta debes tomar. Tengo noventa años, he venido consumiendo vitamina C desde hace más de cincuenta y así pienso seguir por siempre jamás. Ha sido también excelente para mis pacientes, pero no tanto para mi consulta: los pacientes recuperan la salud demasiado rápidamente.


Abram Hoffer

Prefacio

La investigación sobre la vitamina C progresa rápidamente, a pesar de que no recibe financiación por parte de la medicina convencional para llevar a cabo estudios sobre sus aplicaciones clínicas. Como se verá, la vitamina C (ácido ascórbico) ha demostrado que es altamente eficaz como antioxidante en las infecciones, el resfriado común, las enfermedades cardíacas y el cáncer. Incluso a dosis muy altas, es segura y no tóxica, a pesar de todas las historias de miedo que hayas oído o leído en los medios de comunicación.

El objetivo de este libro es narrar la historia de cómo ha surgido la controversia sobre la vitamina C, y de cómo continúa, mientras que las evidencias demuestran la validez de la estrategia ortomolecular (megavitamínica). Esta historia relata los valientes esfuerzos de científicos y médicos pioneros en la investigación sobre esta vitamina. Implica también el conocimiento de las influencias políticas y económicas en la medicina moderna. Y, finalmente, ahí están los asombrosos resultados de los estudios sobre la vitamina C, que demuestran la eficacia de esta notable molécula.

Desde sus orígenes hace varias décadas, la medicina ortomolecular, que usa la nutrición como medio de prevenir o curar las enfermedades, ha sido considerada por el estamento médico como un asunto altamente controvertido. Este rechazo de la estrategia ortomolecular tiene pocas bases científicas y refleja que hay un sesgo en el corazón del sistema establecido. En este libro demostramos que las afirmaciones sobre la vitamina C han sido un área de disensión primordial entre la medicina convencional y la medicina ortomolecular.

La disparidad entre los informes clínicos halagüeños sobre la vitamina C y las insignificantes investigaciones subsiguientes es enorme. Los resultados clínicos, bien documentados, indican que el ácido ascórbico, en grandes cantidades, es un antibiótico eficaz contra las infecciones, tanto víricas como bacterianas; que, asimismo, es un agente anticancerígeno sin toxicidad, que avergüenza a la quimioterapia convencional, y que también es una cura para las enfermedades del corazón. Estas afirmaciones se consideran absurdas por parte de la medicina convencional, lo que constituye un punto de vista que carece totalmente de base científica. El sistema establecido, al no financiar ni llevar a cabo experimentos sobre el papel clínico de los niveles ortomoleculares de los nutrientes, continúa eludiendo la realidad científica.

Sostenemos que, algún día, la medicina que no incluya la terapia de la vitamina C será comparada a los partos sin higiene o a la cirugía sin anestesia.