© 2019, Anabel Vélez Vargas

© 2019, Redbook Ediciones, s. l., Barcelona

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Diseño de interior: Eva Alonso

Fotografías interiores: APG imágenes

Todas las imágenes son © de sus respectivos propietarios y se han incluido a modo de complemento para ilustrar el contenido del texto y/o situarlo en su contexto histórico o artístico. Aunque se ha realizado un trabajo exhaustivo para obtener el permiso de cada autor antes de su publicación, el editor quiere pedir disculpas en el caso de que no se hubiera obtenido alguna fuente y se compromete a corregir cualquier omisión en futuras ediciones.

ISBN: 978-84-9917-595-9

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.»

Anabel Vélez

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Introducción

¡Alto, policía! Las mujeres en las series policíacas

Policía femenina

Una rubia explosiva

La mujer policía

Los ángeles de Charlie

Cagney y Lacey

Remington Steele

Se ha escrito un crimen

Miss Marple

Luz de luna

Principal sospechoso

Ley y Orden: Unidad de víctimas especiales

Veronica Mars

Bones

The Closer

The Killing: Crónica de un asesinato

El puente

La caza

Top of the Lake

Happy Valley

En español.

Manos arriba, esto es un atraco.

Ley y Orden Las mujeres imparten justicia

La ley de Los Ángeles

Ally McBeal

Juez Amy

The Good Wife

Daños y Perjuicios

Cómo defender a un asesino

En español.

Las series de abogados y jueces.

yo tengo el poder

Mujeres y política

Señora presidenta

Parks & Recreation

Borgen

Scandal

Veep

House of Cards

The Crown

¿Qué me pasa doctora? De enfermeras a médicos

Las enfermeras

Julia

La Doctora Quinn

Anatomía de Grey

Jackie

Outlander

Doctora Foster

En español. ¿Hay alguien ahí?

Más allá de la realidad.

Las mujeres de la ciencia ficción y lo sobrenatural

Embrujada

Mi bella genio

La familia Addams y Los Munsters

Star Trek

índice

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V

Expediente X

Buffy cazavampiros

Sabrina, una bruja adolescente y Las escalofriantes aventuras de Sabrina

Embrujadas

True Blood

Juego de Tronos

American Horror Story: Coven

Orphan Black

Los 100

Penny Dreadful

Stranger Things

Westworld

Doctor Who

En español. Las mujeres de lo sobrenatural

superpoderes, venid a Heroínas de la televisión

Batgirl y Catwoman en Batman

Wonder Woman

La mujer biónica

Xena: la princesa guerrera

Dark Angel

Terminator: Las crónicas

de Sarah Connor

Agente Carter

Jessica Jones

sonría por favor Las mujeres en las comedias

Te quiero, Lucy

El show de Donna Reed

Esa Chica

La chica de la tele

Maude

Laverne y Shirley

Las chicas de oro

Murphy Brown

Roseanne

Sexo en Nueva York

Las chicas Gilmore

Girls

Grace y Frankie

Insecure

La maravillosa Sra. Maisel

En español. ¿Reímos o lloramos?

¿La espía que me amó?

Las mujeres como agentes secretos

Los Vengadores

El espantapájaros y la Señora King

Nikita

Alias

Homeland

Killing Eve

Removiendo conciencias Historias dramáticas

Annie Oakley

La casa de la pradera

Falcon Crest

Es mi vida

L.

Mujeres desesperadas

Gossip Girl

Mildred Pierce

Orange is the New Black

Big Little Lies

El cuento de la criada

Heridas abiertas

En español. Tenemos el drama en casa

Bibliografía

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No todos los días tiene una el placer de trabajar viendo series de televisión hasta que le salen por los ojos. Así que no voy a decir que este libro me ha costado mucho escribirlo, porque aunque me ha llevado su tiempo, he tenido que dedicarle muchas horas a ver series y eso lo he disfrutado. La excusa perfecta para estar durante horas delante de la televisión o el ordenador, ahora que prácti-camente es el deporte nacional, ¿no os parece?

Ha sido interesante ver la evolución de los personajes femeninos desde los inicios de la tele-visión. Hemos pasado de ser las novias, hijas, esposas, amantes de los personajes masculinos a ser las protagonistas por derecho propio. En unos años en los que las mujeres protagonizan innume-rables series, no está de más recordar cómo hemos llegado aquí. No siempre ha sido un camino de rosas. Al contrario. Hemos tenido que luchar y pelear por nuestro sitio, con uñas y dientes, para evitar que nos cortaran la ropa hasta dejarnos en bragas, para evitar que nos violaran o nos mata-ran y nos convirtieran siempre en víctimas, para dejar de ser solo madres y esposas... Hemos roto barreras impensables que unos cuantos habían montado para decirnos qué pensar, cómo actuar, cómo sentir. Ahora somos luchadoras, guerreras, policías, espías, empresarias, juezas y un sinfín de profesiones más. Aunque queda mucho por luchar.

¿No habéis tenido la horrible sensación de ver una serie que de niña o niño os encantaba y que ahora os parece un espanto? Si te pones a analizar el papel de la mujer, muchas veces te sangran los ojos. La mayoría de series de televisión han sido escritas y dirigidas por hombres, así que du-rante décadas hemos visto la versión de un hombre sobre lo que es ser mujer. Nos han mostrado, a millones de personas, cómo somos, sin dar voz a las propias mujeres y eso ha marcado el ideario de generaciones enteras. Es hora de cambiarlo. Por suerte, grandes series que se están estrenando están haciendo eso posible. Dar voz a las mujeres. Por fin.

En este libro hago un recorrido por la evolución de los personajes femeninos en las series de televisión. Las he separado en capítulos por temáticas y dentro de cada capítulo se anali-zan en orden cronológico para que se pueda apreciar, por ejemplo, cómo han evolu-cionado los personajes dentro del género policíaco desde los años cincuenta hasta la actualidad.

No están todas las que son, ya me gustaría, pero no hay ni tiempo ni espa-cio posibles. Me he centrado solo en series protagonizadas por mujeres, sal-vo alguna excepción de alguna más coral pero que he creído que tenía su importancia. Quiero destacar especialmente los capítulos dedicados a la policiaca y la ciencia ficción y lo sobrenatural, porque creo que es donde los personajes femeninos han tenido más libertad y han podido desarro-llarse más. Es a los que les he dedicado más espacio. Espero que este libro os ayude a ver estas series con otros ojos.

Agradecer como siempre la ayuda inestimable de Georgina López y Sílvia Subirana por su apoyo y sus comentarios siempre acertados. A mis compañe-ras de trabajo en la BFC que me han prestado el título de “¿Sabías qué?” que incluye cada capítulo. Y sobre todo, a mis padres que siempre me han dado el tiempo y el espacio para poder dedicarme a lo que me gusta.

Introducción

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¡Alto, policía!

Las mujeres en las series policíacas

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Entrando en materia

La evolución de los personajes femeninos en las series de televisión policíacas tiene su miga. Las mujeres pasaron de simples secretarias a comisarias, pero no fue un proceso precisamente rápido.

El género policíaco es uno de los más populares en la televisión. Desde los inicios del medio televisivo, las series protagonizadas por policías o detectives proliferaron como setas. Evidente-mente, los primeros personajes protagonistas fueron hombres. En los sesenta tuvimos a Colombo o Ironside, mientras las mujeres desempeñaban papeles secundarios, sobre todo como víctimas o secretarias. Pero a principios de los setenta, cuando las mujeres empezaron a tener un papel más activo en la sociedad, más allá del rol de esposa y ama de casa, acabaron por tener más presencia en el género. En la realidad, las mujeres luchaban por su sitio y en la televisión hacían lo mismo, intentando escalar posiciones en un mundo completamente dominado por los hombres y el ma-chismo generalizado.

Si la imagen que de la mujer se tenía era la de una persona dulce y no agresiva, ser policía evi-dentemente no entraba en los esquemas que la sociedad reservaba a las mujeres. Y si lo eras, te quedabas en la comisaría haciendo papeleo. Allí no podrías convertirte en un peligro para tus com-pañeros que evidentemente tendrían que salvarte el pellejo cada dos por tres si estabas en la calle. El aumento de mujeres policías en los Estados Unidos tuvo mucho que ver con la lucha feminista, las leyes contra la discriminación sexual en el trabajo y la necesidad de aumentar las plantillas po-liciales, tocadas y hundidas por unos escándalos de corrupción y violencia física que estaban a la orden del día.

Por supuesto, las primeras mujeres policías se topaban con la animadversión de sus compañe-ros y de sus superiores, que no les ponían las cosas fáciles precisamente. Algo que queda claro dado el poco número de series protagonizadas por mujeres policías o con personajes femeninos inte-grando el casting. Un buen ejemplo de los problemas a los que se tenían que enfrentar fue Principal sospechoso, magníficamente interpretada por Helen Mirren a finales de los noventa. Ella abrió una puerta que otras mujeres traspasaron después.

Pero en los ochenta, tras las luchas feministas, las cosas siguieron igual. Era difícil abrirse paso en un mundo tan masculinizado. La única puerta que encontraron las mujeres fue en el campo de las detectives no al uso. Es curioso que las dos series protagonizadas por mujeres en los ochenta

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tuvieran a señoras mayores como heroínas: Se ha escrito un crimen y Miss Marple. Dos mujeres en-tradas en edad que no suponían ningún peligro, primero porque no querían ser policías o detecti-ves, se encontraban con el crimen sin comerlo ni beberlo y segundo, porque su atractivo físico no lastraba las tramas que protagonizaban. Pero también tuvimos las primeras series sobre mujeres policías como Cagney & Lacey, Juliet Bravo y The Gentle Touch. Aunque eran un oasis en un mar de testosterona policial. Pero a medida que las mujeres conseguían pasar de policías de calle a detec-tives en la vida real, la televisión también mostró el cambio.

Con el aumento de las series de televisión con mujeres policías o detectives privados como protagonistas, también aumentó la aparición de temas feministas o de justicia social en sus tramas. Se trataban temas como la clase, la raza o la orientación sexual. Con la llegada del nuevo milenio y el postfeminismo tuvimos más protagonistas, dando la sensación de que realmente había una igualdad, que ya todo estaba conseguido y no hacía falta luchar por ello. Pero no era cierto.

Sobre todo, cuando la ficción televisiva tiende a mostrar a víctimas femeninas y regodearse en los cuerpos de las mismas y la violencia que sufren. Los personajes femeninos se acercaban cada vez más al modelo masculino, abandonaban el tratamiento de los temas que afectaban a las mu-jeres para volverse igual que ellos y perpetuar los tópicos del género: solitarias, alcohólicas y con problemas.

Las detectives privados lo han tenido más difícil aún, la testosterona y masculinidad que mues-tran sus protagonistas dejaban poco espacio para la mujer, si no era asesinada, seducida o ambas cosas a la vez. A no ser que fueras una yayita adorable a la que le gusta fisgonear. Eso sí, por supues-to sin título de detective, no le fuese a quitar el puesto a un hombre.

Casos como el de Veronica Mars y Top of the Lake han cambiado el panorama actual, por suer-te. Igual que las series venidas desde el norte como Forbrydelsen (aquí The Killing: Crónica de un asesinato) o Bron (El puente) han ayudado a transformar por completo la percepción de las mujeres policías y de paso, a renovar el género. Hoy en día tenemos numerosas series protago-nizadas por mujeres, ya no solo policías o detectives sino comisarias con un poder que antes las mujeres no tenían, The Closer o Major Crimes son un buen ejemplo de ello. Pero empecemos por el principio.

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Policía femenina

Intérpretes: Beverly Garland, Frank Campanella, Joseph Sullivan | 1 temporadaCadena: Sindicación | 1957-1959 | 39 episodios

La primera protagonista

Aunque se piensa en Angie Dickinson y su La mujer policía como la primera pro-tagonista de una serie policíaca, lo cierto es que ya hubo una precursora en Decoy: Police Woman. El “decoy” original, señuelo en inglés, se refiere a su trabajo encubier-to. Protagonizada por Beverly Garland, dio el pistoletazo de salida a las mujeres de uniforme azul.

Tras la fanfarria inicial, la serie empieza con una leyenda: “Dedicada a la Oficina de Mujeres Policías del Departamento de Policía de Nueva York”. Policía femenina marcó un hito histórico en la televisión, ya que fue la primera en tener una mujer como protagonista. Inspirada en Dragnet con protagonista masculino, Policía feme-nina usó un formato parecido trasladando la acción a Nueva York. Patricia “Casey” Jones repite los esquemas de su predecesora, es una policía dura cuya vida es su trabajo. Jones tenía que trabajar encubierta en los barrios más peligrosos de la ciu-dad, muchas veces haciéndose pasar por cabaretera, prostituta o actriz, oficios poco recomendables pero que justificaban la presencia de una mujer sola en esos entornos.

Casey Jones tenía un don para hacer perfiles psi-cológicos de los criminales que perseguía. Muchos de los episodios de la serie se centraban en las víctimas femeninas. Jones acaba siendo igual de dura que sus compañeros masculinos, adoptando sus maneras incluso, pero sin perder su femineidad. Es curioso que en 1957 una serie como esta pudiera llevarse a cabo. El poco éxito de la misma, dejaba claro que la sociedad no estaba preparada para una mujer que ante la perspectiva de trabajar encubierta dentro de una cárcel, afirmaba categóricamente: “Es mi trabajo”. Pero a pesar de demostrar su dureza como policía encubierta, Casey solía trabajar siem-pre en casos en los que su sexo era condicio-nante: con víctimas mujeres o niños. La serie no

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mostraba las dificultades a las que las mujeres se tenían que enfrentar como policías, sino que su papel nunca era puesto en duda, en eso era casi ciencia ficción. Viendo otras series de la época en las que las mujeres eran amas de casas, mamás o secretarias, chocaba un papel como el de Casey Jones.

Esta primera incursión femenina en la ficción policíaca, abrió una puerta que tras ella se cerró casi durante veinte años. La mujer policía no se estrenaría hasta 1974. Al final del episodio piloto de la serie, Beverly Garland se dirige a la cámara para explicarnos el trabajo de las mujeres policías así:

“Hoy, mañana, la próxima semana, hacemos de anfitrionas, chicas de sociedad, modelos, cualquier cosa y todo lo que el departamento nos pida que seamos. Somos 249 en el departamento. Llevamos dos cosas en común donde sea que vayamos. Una placa llamada potsie y un revólver del 32. Somos las mejores de Nueva York. Somos mujeres policía”. Ahí es nada. Es una lástima que nadie se acuerde de este primer paso para la mujer en la ficción criminal.

¿Sabías qué?

Se inspiró en la serie Dragnet, en la que el sargento Joe Friday, un policía de Los Ángeles, resuelve crímenes en los barrios menos recomendables de la ciudad. También fue la primera grabada en Nueva York. Aunque gran parte estaba rodada en interiores, los exteriores que mostraban la ciudad son un testimonio visual de la Gran Manzana en aquella época.

Una rubia explosiva

Intérpretes: Anne Francis, John Ericson, Irene Hervey

1 Temporada | Cadena: ABC | 1965-1966 | 30 episodios

La primera detective privado

Honey West fue la primera mujer detective privado con se-rie propia. Traducida como Una rubia explosiva, nada que ver con el original. West es la protagonista de las novelas del matrimonio Fickling que firmaba sus libros a finales de los cincuenta como G.G. Fickling. Según Gloria, Forrest escribía la mayor parte de las novelas. Él afirmaba que su mujer hacía creíble a Honey aportando su punto de vista. Forrest pensó en Marilyn Monroe y Mike Hammer como inspiración, los puso en una coctelera y así nació Honey West. Con esos elementos, ya os podéis imaginar el resultado.

West es hija de un detective privado asesinado que decide tomar las riendas del negocio paterno. Apareció por primera vez en el episodio 30 de la segunda temporada de La ley de Burke. Pronto tuvo su spin-off. Honey es dura pero atractiva y sexy, conduce un deportivo, es experta en artes marciales y su mascota es un ocelote llamado Bruce. La serie rebajó el tono explosivo de las novelas, en las que

perdía la ropa a las primeras de cambio. Anne Francis encarnaba a West junto a su socio Sam Bolt. Una mujer sola era demasiado para la época. Aunque en realidad, ella era la dueña de la agencia de detectives. No, no eran pareja. En los libros, Honey tenía numerosos amantes, ¿quizás demasiado para la América de 1965?

Evidentemente, el atractivo físico de West era uno de los alicientes de la serie. Francis lucía mo-delitos sexys, una melena rubia perfectamente peinada y un revólver del 32 cargado y dispuesto para disparar. Pero también tenía sus propios gadgets, como una polvera con radio incorporada, cinturones convertibles en máscaras de gas o pendientes explosivos. De hecho, el productor, Aaron Spelling quiso copiar a Emma Peel de Los vengadores. Para los trabajos más sigilosos, Honey lleva un traje de malla de cuerpo entero, casi un calco del de Peel.

En el primer episodio, Honey despliega sus encantos para desenmascarar a un hombre que chan-tajea a las mujeres que seduce. Ella será el cebo. Llega al hotel del criminal con un abrigo de piel de

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leopardo. Mientras los botones la llevan a su habitación, varios hombres le silban. Toma una bebida exótica vestida con un bikini con estampado animal mientras hace ojitos al malo. El anzuelo está echa-do y el pez ha picado. Música seductora, modelitos elegantes pero sexys y una mujer capaz de deslizar-se desde un tejado, lanzar pendientes explosivos y dar patadas de judo como si no hubiese un mañana.

La dulce Honey puede que no fuese la primera detective feminista, pero la primera que empezó a valerse por misma en un mundo plagado de hombres con la testosterona disparada. La serie fue cancelada tras la primera temporada, les salía más barato importar Los vengadores. Una lástima que la primera detective no tuviera mejores argumentos o que fuera básicamente una fantasía masculina hecha realidad televisiva. El doble masculino con peluca rubia de West, seguramente, tampoco ayudó.

¿Sabías qué?

En las novelas, la protagonista no se sabía cómo pero siempre, siempre acababa sin ropa. Desde un vestido que se rompía casualmente hasta un strip-poker que perdía tras ganar innumerables manos y dejar a sus contrincantes casi desnudos. La razón: la única mano que perdió le obligó a quitarse el vestido de una pieza que lucía. La imaginación de Mr. Flicking era apabullante.

La mujer policía

Intérpretes: Angie Dickinson, Earl Holliman, Charles Dierkop, Ed Bernard4 temporadas | Cadena: NBC | 1974-1978 | 91 episodios

El salto a la fama de Angie Dickinson

La mujer policía fue sin duda, una revolución dentro de la televisión. Nació como un episodio de la serie Police Story. Dado su éxito, la ca-dena decidió crear una serie con el personaje que Angie Dickinson interpretaba. Aunque la actriz sugirió cambiar el nombre de Lisa Beaumont, al más atractivo Pepper Anderson. Habían pasado 20 años desde que Beverly Gardland se convirtiera en la pri-mera policía protagonista de su propia serie. La mujer policía fue el trampolín de Dickinson a la fama. En aquel momen-to, se la conocía más por ser la señora de Burt Bacharach. Tenía 43 años. Una edad madura para triunfar, según los estándares televisivos.

La sargento Suzanne “Pepper” Anderson trabaja encu-bierta en la unidad criminal de la Policía de Los Ángeles. Forma parte de un equipo mayoritariamente integrado por hombres. Pepper suele hacerse pasar por todo tipo de perso-

najes para investigar casos de asesinato, violación, robo o tráfico de drogas. Normalmente era prostitu-ta, profesora, azafata, enfermera, bailarina o camarera, trabajos típicamente femeninos.

Aunque era la protagonista de la serie y todo un hito televisivo, lo cierto es que su principal ocupación era verse mona y atractiva. Siempre vestida de manera provocativa y enseñando hombro a la menor oca-sión. Los momentos de acción están prohibidos para la estrella, que suele quedarse agachada esquivando balas o socorriendo a un compañero herido. Dándole consuelo, que para eso sirven las mujeres. Eso sí, luce estupendamente. Cuesta imaginarse a Colombo dándole la mano a un compañero caído y que este en sus últimos estertores diga: “¿Podrías abrazarme por favor?”. A Pepper Anderson le pasó.

Por supuesto, la violencia y la acción la aportan sus compañeros, duros policías capaces de todo. Angie Dickinson y su guapura, sin embargo, servían de cebo a violadores y quinquis en general, cri-

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minales que se veían irresistiblemente atraídos por su belleza. Dickinson se ha quejado en numerosas entrevistas de cómo se la cosificó en la serie. Fue la policía más famosa de la televisión, pero se sintió explotada. Se preguntaba cómo era posible que tuviera que hacer tantas escenas de ducha. ¿Os imagi-náis a Kojak enjabonándose la calva de forma sexy? Impensable. Aunque evidentemente, la sexualidad de su protagonista atrajo al público, la serie también trató temas que afectaban a las mujeres y que anteriormente no se veían en televisión.

La polémica llegó con el episodio “Flowers of Evil”, donde Anderson investiga a un trío de lesbia-nas dueñas de una residencia de ancianos que asesinan a sus residentes para quedarse con sus perte-nencias. Un caso basado en hechos reales. Grupos de gays y lesbianas criticaron duramente el retrato negativo y estereotipado del colectivo. Consiguieron que no se volviera a emitir. Pero La mujer policía también demostró que una mujer podía llevar el peso de una serie de éxito. Con esto, abrió la puerta a otras protagonistas como La mujer biónica, Los ángeles de Charlie o Cagney y Lacey.

¿Sabías qué?

La mujer policía aumentó sustancialmente las solicitudes de ingreso de mujeres en la policía en todo EE.UU. En febrero de 1976, el presidente Ford cambió la hora de su conferencia de prensa de los martes porque coincidía con la emisión de la serie, su favorita. En 1987, el departamento de policía de Los Ángeles nombró doctorada honoraria a Angie Dickinson.

Los ángeles de Charlie

Intérpretes: Kate Jackson, Farrah Fawcett, Jaclyn Smith, David Doyle, John Forsythe, Cheryl Ladd, Shelley Hack, Tanya Roberts | 5 Temporadas | Cadena: ABC | 1976-1981 | 115 episodios

Modelitos y cardados

En los setenta, las mujeres entraban en la policía, un mundo dominado por los hombres, y en la tele eran protagonistas de series de éxito. La segunda oleada del feminismo estaba en pleno auge y la lucha de las mujeres por sus derechos conseguía grandes avances. Los ángeles de Charlie llegaron en un buen momento, pero no precisamente para bien. Aunque las protagonistas eran tres mujeres independientes que luchaban contra el crimen, tras el visionado de la serie, queda claro que estos ángeles estaban ahí para lucir modelito más que para otra cosa.

Los títulos de crédito ponen en situación. Oímos una voz en off masculina: “Érase una vez tres jovencitas (little girls en inglés, mujeres es demasiado, mejor infantilizarlas) que fueron a la academia de policía”. Sabrina Duncan (Kate Jackson), Jill Munroe (Farrah Fawcett) y Kelly Garrett (Jaclyn Smith) acaban de graduarse en la academia de policía de Los Ángeles. A pesar de sus capacidades, son relegadas a tareas puramente administrativas: hacer papeleo, poner multas o controlar el tráfico en las escuelas. Cansadas de ser tratadas así, son reclutadas por la agencia de detectives del misterioso mi-

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llonario Charles Townsend. Esto, explicado en apenas segundos, prometía grandes heroínas de acción. Pero en cuanto las atractivas ángeles empiezan a trabajar con Charlie, todo se reduce a lo que los críticos de la época llamaron “Jiggle tv”, o sea, mujeres atractivas y ligeras de ropa corriendo de un lado a otro. De hecho, nunca más volveremos a saber de esas dificultades que vivieron como policías.

A los productores Aaron Spelling y Leonard Gold-berg poco les importaba incluir la lucha del feminismo en esta ecuación. Su intención era crear una serie que sirviera de escape y entretenimiento puro y duro, con tres protagonistas femeninas: una rubia, una morena y otra pelirroja. Aunque al final fueron dos morenas y una rubia, gracias a la química de las actrices en el casting. La idea original de la serie se titulaba The Alley Cats, glups, sobre tres mujeres que vivían en callejones y usaban látigos y cadenas para luchar contra el crimen. ¿En serio? Por suerte, Kate Jackson sugirió el nombre de “ángeles”, con ella contaron desde el principio del proyecto.

El misterioso Charlie es un playboy ricachón, que se debe aburrir tanto, que dedica su dinero a luchar contra el crimen. Nunca le vemos, solamente escucha-mos su voz a través de un altavoz. A veces aparece de espaldas en su gran sillón, pero también sujetando el teléfono, mientras se baña en una piscina acom-pañado de atractivas jóvenes en bikini. Ah, el bikini, ese fetiche imprescindible de la serie. Pero ojo, cuando no es el bikini, nunca falta un buen escote, unas ropas ajustadas o una falda minúscula. Las tres estaban preparadas para luchar contra los malos, por supuesto, pero también iban siempre a la última moda y con kilos de laca. Estos elementos juntos, tres mujeres atractivas y poca ropa, hicieron de la serie un hit comercial. Los ángeles de Charlie estaba protagonizada por tres mujeres estupendas pero dirigida a un público masculino, creado por productores y guionistas hombres. Al final, son empleadas de un hombre que está por encima de ellas, aunque nunca esté físicamente presente. El jefe es un mi-crófono en un teléfono puesto en manos libres y un cheque a fin de mes.

ABC estaba preocupada por como recibiría la audiencia una serie con tres protagonistas, sin ayuda masculina (¡pero habrase visto tremenda osadía, enfrentarse al crimen sin ningún hombre que las salve! ¡Sacrilegio!), así que entró Bosley en acción. Antes hubo otro personaje que se quedó en el piloto, Scott Woodville las ayudaba y las salvaba. La damisela en apuros volvía a hacer acto de presencia. Aunque fue eliminado de la serie y Bosley se quedó. David Doyle, el actor que lo interpretaba, fue el único junto a Jaclyn Smith que participó en todos los episodios. El resto de ángeles cambiaron a lo largo de las cinco temporadas.

A pesar de la interesante idea de comunidad femenina, de hermandad de mujeres que se ayudan unas a otras (es evidente la química entre las tres protagonistas, incluso se hicieron muy amigas

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fuera de cámara), todo ello queda reducido a polvo cuando los personajes acaban dependiendo de un hombre que les da las instrucciones desde la distante vida de un diletante millonario. Como en Policía femenina o La mujer policía, nuestros ángeles trabajan encubiertos, lo que significa que las ve-mos en numerosas ocasiones haciéndose pasar por camareras, patinadoras, en concursos de belleza, como conejitos de Playboy o evidentemente, prisioneras en una cárcel femenina (episodio que nunca debe faltar en una serie de mujeres encubiertas). La cámara adora sus cuerpos y los de todas las mujeres que pueblan la serie.

En el episodio “Ángeles encadenadas” hay una escena de ducha, en las que son forzadas a desnudarse y ducharse. Todo ante la atenta y lasciva mirada del oficial que las detuvo ile-galmente y luego de su carcelera. ¡Esto ya en el episodio 4 de la primera temporada! Ver a Farrah Fawcett hacer de rubia tonta para engatusar a los criminales tampoco tiene desper-dicio. En “Lady Killer”, Fawcett se tiene que infiltrar en el Feline Club donde las camareras lucen palmito vestidas es-cuetamente como gatitas, como conejitas de Playboy. Para de-cidir cual de las tres será el cebo felino, lo echan a suertes con la pajita más corta. Le toca a la rubia explosiva, por supuesto. Cuando Charlie les dice que trabajarán encubiertas, Jill afirma ingenua: “That’s not undercover, that’s not any cover at all”. Tremendo.

Aunque la serie mostraba a tres mujeres independientes, cabe preguntarse, ¿es la visión de tres mujeres reales o la que un productor televisivo tiene de lo que tres mujeres atractivas pueden conseguir respecto a la audiencia? Apostaría por lo segundo. Eso sí, como muestrario de la moda de la época, la serie es todo un descubrimiento, si te limitas a verla y no escu-chas los diálogos, claro.

¿Sabías qué?

John Forsythe fue la voz del famoso Charlie. Aunque nunca rodó con ellas en el set. De hecho, ni siquiera fue la prime-ra opción. Cuando el actor original se presentó borracho a la primera grabación, Spelling llamó a Forsythe desesperado. Era de noche y llegó desde su casa directamente. Grabó las primeras líneas en pijama. ABC intentó crear también un spin-off de la serie en 1980 llamado Toni’s Boys. Barbara Stanwyck era Antonia “Toni” Blake, una mujer rica y viuda amiga de Charlie que también poseía su propia agencia de detectives masculinos, jóvenes y atractivos. Se quedó en un piloto. Afortunadamente.

Cagney y Lacey

Intérpretes: Tyne Daly, Sharon Gless, Al Waxman, Carl Lumbly, Martin Kove | 7 temporadas

Cadena: CBS | 1982-1988 | 140 episodios y 4 TV Movies

La primera gran serie con mujeres policías

Cagney y Lacey fue una serie en la que se combinaban historias policíacas al uso con temáticas sociales que afectaban a las mujeres. Por primera vez, las mujeres eran retratadas de una forma realista en su papel de agentes de la ley. Aunque ya hubo un par de precedentes ingleses, primero en The Gentle Touch (1980-1984) en la que seguimos la carrera de la detective de policía Maggie Forbes en una comisaría de Londres. Conocemos su vida personal pero también los problemas que como mujer se encuentra en su camino. O Juliet Bravo (1980–1985), sobre la inspectora Jean Darblay, que ve como al ser ascen-dida a inspectora y hacerse cargo de la comisaría de Hartley, en Lancashire, tendrá que enfrentarse al escepticismo de sus compañeros. Algo que también les pasará a Chris Cagney y Mary Beth Lacey, dos policías que trabajan juntas en Nueva York.

Cagney está totalmente centrada en su carrera mientras Lacey tiene que hacer equilibrios entre su trabajo y su familia. Dos tipos de mujer de los ochenta que luchan por su sitio en un mundo to-

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talmente dominado por los hombres. Cagney y Lacey ganó numerosos premios Emmy, fue una serie rompedora desde el principio, pero también tuvo que luchar por su subsistencia constantemente: desde el deseo de los productores de hacer a los personajes más típicos y tópicos hasta la cancelación que consiguieron revocar gracias al apoyo de sus seguidores. La serie probablemente ha sido una de las más discutidas de la historia de la televisión, desde sus inicios se enfrentó a los prejuicios sobre las mujeres en el mundo televisivo.

En principio, iba a ser una película, creada por las guionistas y productoras Barbara Corday y Bar-bara Avedon en 1974. Fue difícil de vender, ¿una historia escrita y producida por mujeres en la que las protagonistas eran mujeres en un mundo dominado por los hombres? Eso demuestra las dificultades a las que las mujeres se tenían que enfrentar en aquellos años. Ante la imposibilidad de vender la idea como película, en 1981 crearon una TV movie que produjeron junto a Barney Rosenzweig, marido de

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Corday. El éxito de la misma hizo que la serie despegase. Rosenzweig orquestó una verdadera campaña para convertir la serie en un éxito y venderla como un verdadero hito feminista, incluso consiguió que fuese portada de la revista feminista Ms. Dio sus frutos, la serie fue un completo éxito.

Christine Cagney estaba interpretada por Loretta Swit, en la TV movie y Mary Beth Lacey por Tyne Daly. Swit estaba atada por contrato con la serie M*A*S*H, así que Meg Foster tuvo que sustituir-la. Entonces, empezaron los problemas. De repente CBS empezó a temer por el posible tono lésbico que podría traslucir la relación de las protagonistas. Foster acababa de interpretar a una lesbiana en otra serie y se la veía demasiado masculina y agresiva para el papel. Recordad que las mujeres tienen que ser dulces, aunque luchen contra el crimen. Ese es el ideal que nos han intentado vender durante siglos. CBS amenazó con cancelar la serie, Foster saltó de la misma y en 1982 entró en escena Sharon Gless, como la Cagney definitiva. Un personaje más femenino que contrastaba con la más dura Lacey. Demasiada mujer fuerte junta.

Evidentemente, se discutía y criticaba cómo vestían, su apariencia física o su peinado, porque eso era lo importante, no el contenido. Igual pasaba con las tramas. Una serie como esta, uno de sus éxitos también, trataba temáticas importantes para la mujer que siempre solían causar controversia. Desde violaciones, abortos o cáncer de mama. Temas que nunca antes habían sido tratados desde un pun-to de vista femenino. A pesar de todo, los ejecutivos de CBS cancelaron la serie en 1983. Entonces empezó una campaña increíble de apoyo por parte de sus fans, pero también de la National Organization for Women e incluso de la prensa. La serie ganaba nume-rosos premios, incluidos los de mejores actrices para sus protagonistas. En 1984 CBS tuvo que rendirse a la evidencia y Cagney y Lacey volvió a la pequeña pantalla.

Muchos episodios describían las dificultades que como mujeres debían lidiar las protagonistas. No solo en su lugar de trabajo, sino en su vida personal. Algo a lo que millones de mujeres se enfrentaban cada día. Por fin, alguien mostraba lo que vivían, reflejaban su reali-dad. Con esto, el género policíaco empezaba a adaptar-se y a cambiar. Un género que se veía obligado a trans-formar sus tics típicamente masculinos. En estas series, la visión de la violencia y el crimen era siempre la del hombre, mientras la mujer permanecía en el papel de víctima. Ahora llegaba la hora de dar una perspectiva diferente de lo mismo, una en la que se incluye a la mujer no como simple espectadora o víctima que sufre la trama sino como participante activa que resuelve y se enfrenta a los problemas que la vida le presenta. Con ellas como espectadores, veíamos como esa visión que siempre nos habían dado cam-biaba y nos obligaba a replantearnos esquemas que habían permanecido anquilosados durante años.

Con Cagney y Lacey vivimos la vida de estas dos policías durante años. Los episodios no eran simples crímenes que se resolvían y cerraban en cada capítulo, sino que cada cosa que pasaba, formaba parte de la historia de las protagonistas. Vemos como Cagney lucha contra sus problemas de alcoho-lismo heredados de su familia o como las dificultades en el matrimonio de Lacey causan tensiones en el trabajo y con su compañera.

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La serie acabó en 1988 aunque tuvo varios retornos, entre ellos una TV movie en 1994 en la que las protagonistas tuvieron que enfrentarse también a la edad y al envejecimiento o a la menopausia (¿cuántas series habéis visto que traten un tema tan crucial para las mujeres como ese?). Ambas han perdido el contacto, Cagney es teniente pero se dedica más al papeleo y la burocracia que a pisar las calles. Mientras que Lacey ha dejado el cuerpo para cuidar a su hija. Juntas de nuevo, investigarán la desaparición de una partida de armas.

¿Sabías qué?

Los ejecutivos de la CBS necesitaban desesperadamente que Christine fuera un poco más de clase alta. Así que presionaron a los guionistas para que dejara de ser una simple mujer de clase trabajadora y se convirtiera en hija de una familia de buena posición. Se crió en el barrio bien de Westchester pero sus padres se divorciaron cuando era niña. Su madre murió cuando ella tenía 19 años y con su hermano no se trataba desde entonces. Todo esto lo conocíamos en el primer episodio de la tercera temporada de la serie.

Remington Steele

Intérpretes: Stephanie Zimbalist, Pierce Brosnan, Doris Roberts

5 Temporadas | Cadena: NBC | 1982-1987 | 94 episodios

La mujer detrás del detective

Laura Holt revertió los estándares de la ficción televi-siva detectivesca a principios de los ochenta y sirvió de influencia para series como Luz de luna o más actuales como Castle o El mentalista. Las series con pareja hom-bre y mujer han proliferado en la televisión. La tensión sexual no resuelta entre ambos es uno de los alicientes de series de este tipo, algo que cuando se resolvía muchas veces propiciaba la falta de interés en las tramas. Pero Re-mington Steele tenía además algo de reivindicación del papel de la mujer independiente y con una carrera que normalmen-te se asocia a la masculinidad, la de detective privado.

Holt es dueña de una agencia de detectives, pero para lograr ser aceptada necesita inventarse a un hombre que pase por su jefe, el Reming-ton Steele que da nombre a su agencia. Un hombre que los clientes nunca verán aunque pensarán que es el que lleva el cotarro. Con esta argucia, Laura les dará una seguridad que como mujer, ampliamente cualificada, no les da. Hasta que necesita que ese hombre sea de carne y

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hueso y contrata a un ladrón para que se haga pasar por él. La cosa se complica cuando Steele, del que nunca conocemos el verdadero nombre, quiere seguir jugando a los detectives. Empieza entonces una lucha de géneros en la que ambos se disputan el liderazgo y en la que el romance pronto hace acto de presencia.

Originalmente, Steele era el personaje cómico mientras Laura sería la gran protagonista. Pero el carisma de Brosnan y la química entre ambos acabó comiéndose la trama. El director Robert Butler tuvo la idea para la serie en 1969. Pero al llevársela al jefe de MTM, Grant Tinker, le pareció dema-siado avanzada para su tiempo y que no se entendería. Tras el éxito de varias series protagonizadas por mujeres como Cagney y Lacey, decidió tirarla adelante a principios de los ochenta.

Que Laura necesite un hombre para que los clientes confíen en ella, dice mucho del papel de la mujer en la sociedad. Tanto Holt, interpretada por Stephanie Zimbalist como Remington Steele, un recién llegado Pierce Brosnan que saltó al estrellato, lucharán por ver quién resuelve antes el misterio que investigan. La eterna lucha de sexos en plena acción.

La primera temporada fue la buena. La que mostraba algo inaudito, el trabajo de detective desde el punto de vista de una mujer. Pero a medida que las temporadas avanzaban, también el éxito, Steele te-nía más importancia y Laura se veía relegada a un papel más secundario. El añadido al equipo de la ex agente del FBI Mildred Krebs (Doris Roberts) acabó por romper la dinámica entre ambos y la gracia de la serie. Krebs socavaba la autoridad de Laura constantemente y mostraba siempre sus preferencias por el atractivo Steele antes que por la persona que pagaba sus facturas. Muy lógico. ¿No os parece?

¿Sabías qué?

A Zimbalist le dijeron que el personaje de Steele sería imaginario. Zimbalist y Brosnan no se tragaban. Fuera del set había bastante tensión aunque dejaban de lado sus diferencias. Esa tensión parecía favo-recer la química entre los personajes. Cuando la primera temporada de la serie se lanzó en DVD en 2005, 20th Century Fox la vendió como una serie de Pierce Brosnan, Stephanie Zimbalist ni siquiera aparecía en la portada. Posteriormente añadieron una pegatina que ponía “también protagonizada por Stephanie Zimbalist”. Patético.

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Se ha escrito un crimen

Intérpretes: Angela Lansbury, William Windom, Tom Bosley, Michael Horton | 12 TemporadasCadena: CBS | 1984-1996 | 264 episodios + 4 TV movies

Jessica Fletcher, el azote de los asesinos

Para sorpresa de todos, Angela Lansbury incluida, Se ha escrito un crimen se convirtió tras su estreno en una de las series más exitosas de la televisión americana. Y lo hizo además dando un retrato totalmente inusual de una mujer mayor como protagonista. Una mujer que no era la típica abuelita que la televisión acostumbraba a mostrar, sino una mujer indepen-diente, profesora y, más tarde, autora de éxito. Inaudito. La gente mayor básicamente suele estar vetada en la televisión o caricaturizada de forma bastante triste y la imagen que Jessica Fletcher daba era la de una mujer normal y corriente, una mujer de verdad. Lansbury tenía 58 años cuando se estrenó la serie. Fue la primera mujer mayor protagonista, luego vendrían otras, no muchas por cierto. Angela Lansbury demostró que una mujer mayor con clase, independiente y totalmente válida por misma podía atraer a las audiencias de forma masiva. A pesar de lo que pensaban todos.

Se ha escrito un crimen es una serie clásica en su formato. Un misterioso asesinato, pistas y un asesino al que descubrir. El muerto siempre es una persona despreciable a la que todos odian. Alguien que lo conoce y es, por supuesto, inocente, lo amenaza públicamente. Si es pariente o amigo de Jessica, mejor que mejor. Acto seguido el malvado de turno aparece muerto o muerta en extrañas circunstancias. Vemos cómo es asesinado pero nunca por quién. Y ahí empieza el mis-terio. Evidentemente, las autoridades siempre echarán la culpa al inocente basándose en pruebas meramente circunstanciales. Y Jessica se verá obligada a defenderlo o defenderla ante tremenda injusticia, eliminando sospechosos hasta encontrar al culpable. Normalmente, al final del episodio, Jessica se enfrenta en solitario al asesino que acaba confesando y es detenido por la poco eficiente policía.

Aunque en la misma línea que Colombo y otras series de misterio parecidas, lo que la hacía diferente era el hecho de tener a una mujer como protagonista y ser un éxito, más teniendo en cuenta su edad. La mayoría de series hasta entonces habían mostrado a mujeres jóvenes y sexys como Honey West, La mujer policía o Los ángeles de Charlie. Muchas de ellas tenían un hombre o varios detrás que solían salvarlas del peligro. Jessica no.

La señora Fletcher se valía por misma para salir de los fregados en los que se metía. También es verdad que la adorable localidad en la que vivía, Cabot Cove, debía tener el más alto índice de ho-micidios del mundo entero, pero eso era lo de menos. Allá donde Jessica presentaba un libro, alguien

acababa muerto y un/a sobrino/a, ahijado/a o amigo/a era el principal sospechoso. Ser amigo de Jessica tenía sus riesgos. Aun así, la serie era redonda en su formulación y su presentación. Tanto que 12 tem-poradas la avalaron.

Fue creada por Richard Levinson, Peter S. Fischer y William Link, las cabezas pensantes detrás del exitoso Colombo de principios de los setenta. Levinson tuvo la idea mientras veía The Caribbean Mystery, una TV movie protagonizada por Helen Hayes como la Ms. Marple de Agatha Christie. Él y Link decidieron crear al personaje de una escritora de misterio en la línea de la propia Christie, mujer aventurera donde las haya, escritora que resuelve crímenes. Fue todo un éxito. Jessica Fletcher, al contrario que Ms. Marple, tiene una carrera y una vida activa más allá de su jardín, aunque la han comparado con ella en innumerables ocasiones. Tampoco hay tantas protagonistas de edad en las series y menos en las policíacas. Jessica es una amateur, no es detective profesional, no es policía, aun así es lo suficientemente inteligente como para resolver los crímenes por su cuenta.

A lo largo de las 12 temporadas vemos la evolución del personaje de Jessica Fletcher. En las primeras es una mujer viuda que disfruta de agradables paseos en bicicleta por Cabot Cove, va a pescar con un amigo y escribe en su antigua máquina de escribir. Su primera novela se convierte en un éxito cuando un sobrino envía el manuscrito, sin decírselo a ella, a una editorial. Pero el personaje fue evolucionando, pasándose al ordenador, añadiendo un apartamento en Manhattan, volviéndose más sofisticada y viajera. Una escritora de éxito ya no se conformaba con dar paseos en bicicleta por su pueblo, ni con ir a pescar, necesitaba más acción y aventura para crear sus novelas. Pero para ello, Lansbury tuvo que luchar contra varios obstáculos. El primero, que quisieran ponerle a un compa-ñero de aventuras, algo que restaría magia a la independencia del personaje. El segundo, negarse a que el personaje tuviera un romance serio. Algo que el canal quería, por supuesto. Mujer y romance

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