Pupi y los fantasmas

El águila y la liebre

María Menéndez-Ponte

Ilustraciones de Gusti

A Mallko Rosemffet,
que volará tan alto como las águilas.

MARÍA

Para Michel y Corocota.

GUSTI

Águila bajó planeando desde el cielo
y se posó en la copa de un árbol.
Desde allí contempló sus posesiones.

Se sentía tan poderosa,
tan fuerte, tan majestuosa...
Nadie podía dudar que era el animal
más importante de la Tierra,
y todos los demás, sus vasallos.

Por algo era un águila real:
su manto y su cola blancos
eran los signos de la realeza.
No tenía más que posarse en una atalaya
y elegir su presa.

Hoy su apetito no era grande,
así que descartó los carneros y las cabras.
Pero tampoco era pequeño,
así que descartó los lirones,
ratones y topillos.

En esas dudas andaba,
cuando vio asomar entre unas matas
las orejas de una liebre.
Tuvo una corazonada y enseguida supo
que esa iba a ser su presa.
Las liebres eran rápidas, y le gustaba el reto
de perseguirlas en vuelo rasante
hasta darles caza.