El Poder de la certeza

 

Miguel Angel Velázquez Alaniz

 

Prana

 

 

© Miguel Ángel Velázquez Alaniz, 2009

D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V., 2009

L. D. Books Inc. Miami, Florida

Primera edición: octubre de 2009

ISBN edición electrónica: 9781939048578

© Portada: José Antonio Valverde

Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.

Impreso y encuadernado en México.

 

A mi hermosa compañera, que ha estado conmigo, hombro a hombro, en el maravilloso proceso del matrimonio y en la conformación de nuestra familia: a mi amada esposa Ale.

Sin ti no podría configurar este maravilloso equipo en el que se ha convertido nuestra familia.

También a mis queridos hijos, que han estado conmigo en parte de este peregrinar en el desierto y parte en esta vida prometida: Betzabe y Zurisadai.

Los reconozco como dos valientes seres humanos que han sido fuente de inspiración para determinarme a seguir adelante.

A todos aquellos que están experimentado su propio desierto y que esperan apropiarse de las bendiciones y éxitos en su vida prometida.

A todos aquellos que me han enseñado mucho

de lo que ahora sé. Sin el tiempo invertido en la escritura de sus preciados libros, mi desierto se hubiera prolongado.

Y a quien le debo todo: gracias, Dios

Índice

Presentación

Uno.Fe intelectual y fe experimental

Dos. La escuela de la fe

Tres. Mi experiencia en el desierto

Cuatro. ¿Cuál es la fe que agrada a Dios?

Cinco. ¿Cómo puedo recibir mis peticiones?

Seis. ¿Cómo obtengo certeza?

Siete. Si tu convicción es por lo que ves... ¿qué es lo que ves?

Ocho. El lenguaje de lo posible

Nueve. No divorcies la fe y la acción

Diez. ¡El que persevera tiene fe!

Once. La posición de victoria

Doce. Ser libre y vivir con libertad es parecido... ¡pero no es lo mismo!

Trece. El secreto de la victoria

Catorce. El perfecto ajedrecista

Quince. Cómo influye nuestra percepción en la interpretación de la realidad

Dieciséis. Mi prójimo, mi espejo o con la vara que mido, ¡me mido!

Diecisiete. ¿Sabes cuál es el poderoso secreto de la perfección?

Dieciocho. La fe y el cine

Diecinueve. ¿Qué combustible usas para tu vida?

Veinte. ¿Callejón o libre tránsito?

Veintiuno. ¿Qué valor te estableces tú? ¿Hijo de dios o pajarillo?

Apéndice

Conclusión

Despedida

Bibliografía

 

Presentación

Durante gran parte de mi vida como creyente me pregunté por qué mi vida no estaba generando el éxito que anhelaba.

Mi vida era un desierto, no se hallaba el mínimo vestigio de vida ni rastros de que algún día tuviera un poco de agua para verter sobre la tierra seca y árida en la que se había convertido todo mi caminar.

Muchas veces me hice las mismas preguntas, tratando cada vez de hallar respuestas a esas incógnitas: ¿qué había sido de esa aceptación consciente de Jesús como mi Salvador y del cambio tan dramáticamente radical que experimenté en mi vida? Había experimentado los torrentes de ríos de agua viva y un oleaje que llegaba a raudales. ¿Dónde se encontraba ahora esa bendita expe riencia de paz y felicidad?

Nunca obtuve respuestas.

No veía, o no quería ver, que mi falta de fe y confianza era mi verdadero problema.

Mucha gente bien intencionada de diferentes entornos: fa miliar, laboral o en reuniones religiosas, me decían: “ten fe”, “ten confianza”, pero no me decían cómo usarla o cómo fortalecerla. ¿Te lo han dicho alguna vez?

Se realizaba un adecuado diagnóstico de la enfermedad, pero fallaba el profundo conocimiento y funcionamiento de la medicina.

Es posible que tu vida se halle convertida, al igual que lo fue la mía por muchos años, en un duro caminar. Este escrito es el medio con el cual expreso mi compromiso de compartir contigo lo que el Señor me enseñó y cómo experimenté, gradualmente, las bendiciones que me llegaron en medio del desierto.

Estoy convencido que Dios permite que estemos en el desier to para que aprendamos la lección de la dependencia en Él. En el desierto pulirá nuestra vida y la forjará, con el objetivo de que lleguemos a tener la estatura del Varón Perfecto: Cristo.

Ése es el objetivo de la vida y de sus múltiples circunstancias.

Te invito a que medites estos capítulos y que permitas que lle guen a ser bendición en tu caminar. Es importante estar con la mente y el corazón abiertos para que Dios utilice algún párrafo o línea y alumbre el recorrido que te conduce a la fe que vence y que te da acceso a la vida prometida, así como el pueblo de Israel era guiado con toda certeza en la oscuridad de la noche con una columna de fuego.

Información acerca del material

Algunos de los capítulos que se exponen en este libro los escribí como lecturas de boletín dominical. Originalmente contenían menos información de la que tienen actualmente. Me he dado a la tarea de ampliarlas, con la finalidad de abundar en la explicación. Las he compilado, dándoles un reordenamiento, para que sean de fácil comprensión al lector.

En los siguientes capítulos expondré lo que Dios me ha ense ñado y cómo he aplicado esta enseñanza en los diferentes desafíos de mi vida.

Es mi responsabilidad decirte que, de acuerdo con mi expe riencia, vivir por fe no es un estado en el que vivas y en el que per manezcas estáticamente todo el tiempo. Más bien es un proceso gradual que crece y se desarrolla con cada nuevo desafío.

Al presentarse nuevos retos, pareciera ser que existe un retroce so en la fe, pero saber lo que es la fe y cómo opera, te permite tomar la posición de ventaja que tenemos en Cristo y experimentar más rápidamente esperanza y seguridad en cada nuevo desafío.

En gran parte de los capítulos expuestos hago una analogía con la apropiación de la Tierra Prometida. Los israelitas tuvieron que hacer suya la bendición usando la fe, desde su ingreso a Canaán por Jericó hasta que se apoderaron de todo el territorio conquistado. El ingreso a Canaán (la Tierra Prometida, donde fluyen leche y miel [Éxodo 3:8] fue parte del proceso, no fue un fin en sí mismo. El pueblo israelita tuvo que apropiarse por la fe del territorio.

Nosotros estamos en nuestra vida prometida. Para hacer efec tiva la experiencia, es necesario e indispensable ir ganando terreno gradualmente, día a día, si es que queremos experimentar las ben diciones. En el trayecto, Dios trabaja con nuestro carácter, hace que surja nuestra verdadera esencia.

Dios, al realizar el proceso gradual de apropiación de nuestras bendiciones, ira entrenándonos en una dependencia continua, ha ciéndonos saber que todas las bendiciones, incluida la vida prome tida, se hacen realidad y se han hecho realidad en Cristo.

Todo lo habido y por haber está estrechamente relacionado a la vida en unión a Cristo.

Cualquier bendición otorgada: sea una pareja, el que Dios corrija la relación en tu matrimonio, la conducción de tus hijos, el superar una adicción, algún mejor empleo, el que mejore tu ne gocio, que mejoren tus finanzas, que modifiques algún defecto de carácter o venzas sobre algún pecado, está estrechamente ligado a este hecho: en Cristo. La unión entre ¡Él y tú!, ¡entre Él y yo!

Ahora, para que en esta unión perfecta e indisoluble, la perfec ción en posición que nos ha otorgado el Señor se haga manifiesta en la experiencia, tiene que atravesar por el reconocimiento de la unión de nosotros y Dios (de ti y de Dios, de mí y de Dios).

Es tu responsabilidad y es mi responsabilidad reconocer este hecho: Dios y yo somos Uno. Dios y nosotros somos Uno.

Es importante que cada uno de nosotros sepamos, reconozca mos y creamos que nuestra unión con Dios es perfecta e indisoluble.

Fíjate en las palabras de nuestro Señor, en Juan 17:23: “Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad”. Fuera de esta unidad no se puede lograr la perfección; esta unidad está compuesta de la unión que tenemos cada uno con y en Cristo. De esta manera todos y cada uno formamos una unidad perfecta con Dios.

Cómo leer este libro

Te sugiero y recomiendo que, a partir del capítulo cinco, leas uno por día y lo medites en su transcurso. Antes de dormirte vuélvelo a leer y sigue meditando.

Si eliges leer varios capítulos por día, te sugiero que una vez que termines el libro, inicies desde el principio y únicamente tomes uno por día, lo medites en su transcurso y, antes de acostarte, lo vuelvas a leer.

Lee este libro el mayor número de veces posible.

Es de vital importancia que te entrenes para “ver” la vida desde una “perspectiva diferente”, ya que la manera en que “vemos la vida” es verdaderamente el problema. Por lo tanto, se hace nece sario para nuestro crecimiento y desarrollo tomar la “perspectiva bíblica” que se expone en este libro.

Te darás cuenta de que si lo lees continuamente, irás “percibiendo otra realidad” de la que regularmente tiene la gente que no conoce estos principios.

Podrás observar que en la mayoría de los capítulos se repiten ideas; fueron premeditadamente expuestas así, con la finalidad de que veas que todo redunda en la posición y apropiación de la “com pleta” salvación que nos fue dada en el momento en que creímos en Cristo como nuestro Salvador.

Deseo de todo corazón que esta lectura sea de mucha ben dición.

Miguel Ángel Velázquez Alaniz

 

 

Uno

Fe intelectual y fe experimental

Si la fe es uno de los elementos con los cuales nos relacionamos con el Creador, por la cual damos crédito y asentimos que Él existe y a través de la cual las bendiciones que ya nos han sido dadas se ma nifiestan, entonces es de suprema importancia saber qué es la fe y cómo se ejercita, qué habilidades y características son importantes desarrollar para que tenga efectividad en nuestras vidas.

Es importante distinguir entre la fe intelectual, la cual es sólo conocimiento y conceptos, y la fe experimental, la cual obra y se traduce en acción, en virtud de ser una fe viva. Existe una gran diferencia entre una y la otra. Una te deja como un recipiente seco y vacío, y la otra, renovado y desbordante. Una se produce en el intelecto; la otra, en el corazón.

¿Qué es la fe intelectual?

La fe intelectual es esa clase de conocimiento que tenemos en nues tra mente y que nos permite saber que algo existe.

Un ejemplo es: sé que Dios es bueno, la Biblia lo dice a través de sus sesenta y seis libros. Pero con esta clase de conocimiento o fe intelectual no experimento su bondad y misericordia, sólo está a nivel mental.

En la experiencia, este conocimiento no me permite asirme de un buen salvoconducto para que mi vida esté llena de confianza y gozo.

La fe intelectual es necesaria, porque es a través de ella que conocemos lo que el Creador es. Pero quedarse solamente con esta clase de fe no transforma nuestra vida.

¡Es necesaria la fe experimental!

¿Qué es la fe experimental?

La fe experimental es esa clase de fe que me permite experimen tar el amor transformador de Dios. Es la fe que me permite saber con certeza que Dios me acompaña en cada momento de mi vida, como un gran compañero y amigo, dispuesto a ayudarme en cada situación por grande o pequeña que sea.

Es posible que la gran mayoría de nosotros, al reconocer a Cristo como nuestro Salvador, experimentemos esta clase de fe, que revo luciona nuestra manera de ver la vida. Nos proporciona seguridad y esperanza, como nunca antes las habíamos experimentado.

Esta fe llena de vigor hace que la energía se canalice adecua damente. De manera natural guía a ver la vida con un panorama alentador y esperanzador. Entonces, los problemas se enfocan con una perspectiva adecuada: la perspectiva Divina. ¡Todo es posible para quien cree!

Esta clase de fe renueva a quien la experimenta.

Es la misma clase de renovación que se da en las águilas al llegar a la edad adulta.

Todos los eventos de nuestra vida son utilizados para ejerci tarla, pulirla, fortalecerla.

Es la fe que nos permite tomar nuevos desafíos en la vida.

La fe experimental hace posible la apropiación de todas las bendiciones. Con esta clase de fe, todos los eventos toman signi ficado y contribuyen para que el propósito de Dios con respecto a cada uno de nosotros se cumpla.

Desde mi punto personal de vista y en función de mi cono cimiento y experiencia, estoy plenamente convencido de que el propósito de Dios, al experimentar la fe que obra, es que tú y yo permitamos la manifestación de la Vida de Cristo en nuestras vidas. La Vida de Dios en nosotros.

...a fin de por ellas [promesas] lleguéis a ser partícipes de la natu raleza divina.

2 Pedro 1:4

...y ya no soy el que vive, sino que Cristo vive en mí.

Gálatas 2:20

Sin el ejercicio continuo de la fe, venimos a ser exactamente igual al pueblo israelita una vez que experimentaron la liberación del yugo de la esclavitud de Egipto.

¿Recuerdas qué ocurrió una vez que el pueblo de Israel aban donó la esclavitud en Egipto?

Su felicitad temporal resultó en temores, reclamo y mucho miedo. Tuvieron que pasar cuarenta años para que Dios, a través del proceso que vivieron en el desierto, reeducara sus mentes y hábitos. Con la finalidad de quitarles las muletas de la seguridad, de techo y comida que tenían en Egipto:

Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Génesis 16:3

Su mente y corazón estaban entrenados para asirse con todas sus fuerzas a esa endeble seguridad. Su visión interior requería urgente mente una cirugía.

La miopía no les permitía ver, con los ojos de la fe, todas las maravillas y portentos que Dios les tenía reservados en el recorrido a la Tierra Prometida.

Ellos preferían esa escasa seguridad a la dependencia absoluta del Todopoderoso.

De la misma forma es con algunos de nosotros. Nuestra mente está entrenada con los elementos de seguridad que todo el mundo conoce: ahorros en cuenta bancaria, empleo permanente, negocios fructíferos, salud constante, relaciones de nivel, amigos en la polí tica, amigos empresarios, amigos con relaciones, familia pudiente, herencia, etcétera.

Todas estas “seguridades” ponen en una línea delgada y frágil la paz y la seguridad que tenemos. Bueno, si es que tenemos.

Dos

La escuela de la fe

Las materias por cursarse en la escuela de la fe generan la muerte de esa vieja manera de ver la vida que tiene lugar en el viejo hombre, para dar paso a la ¡Nueva Criatura en Cristo!

Esa Nueva Criatura es un bebé que nace con todos los ele mentos y habilidades para dejarse entrenar y crecer en la Escuela de Dios.

El Señor utiliza el desierto en el cual se ha convertido nuestra vida para que, en medio de la nada, mi unión y dependencia en Él se fortalezcan.

Lo hace con la finalidad de activar la fe que obra. Para forta lecerla. Para entrenarla en la apropiación de las bendiciones con las que Dios “nos ha bendecido con toda bendición espiritual [...] en Cristo” [Efesios 1:3] .

Requisitos para ser entrenados en la escuela de la fe

Para quien no ha realizado una aceptación consciente de Jesús como su Salvador

Uno de los requisitos en la escuela de la fe es reconocer a Cristo como Señor y Salvador. Sin este requisito cumplido, el alumno no podrá ser adiestrado o educado con efectividad. Ya que todas las bendiciones se encuentran en Cristo. En la unión con nuestro bendito Salvador.

Es importante, para ti que lees este escrito, que en este mo mento o en algún otro que te resulte amigable para hacerlo reco nozcas a Jesús como Señor y Salvador.

La Biblia dice que sin derramamiento de sangre “no” hay perdón de pecados.

Tú puedes calmar tu conciencia y tener ciertos adelantos, pero tu conciencia siempre te estará haciendo sonar la voz de alarma de que necesitas ser perdonado y limpiado completamente. Lo puede hacer únicamente alguien que representó delante de Dios, el Padre, a la humanidad, sin que existiera pecado en su vida. El único que ha podido y podrá cumplir esa demanda de Dios es Jesucristo.

Tú podrás seguir cualquier sistema de pensamiento. Cual quier clase de terapia. Cualquier curso de desarrollo humano. Es muy posible que te sientas mejor contigo mismo, pero notarás, en algún momento, que la sensación de culpa vuelve. Sin darte cuenta conscientemente de lo que está pasando realmente en tu interior, es posible que decidas tomar otro curso u otra terapia (no estoy en contra de las mismas) que te calme temporalmente esa sensación, pero notarás que no puedes eliminarla por completo, porque esa sensación sólo puede ser completamente resuelta con “la aceptación total de todas las implicaciones de la muerte de un sustituto”. Ese sustituto es Cristo Jesús.

Su resurrección nos demuestra y confirma que Él y sólo Él es quien puede darnos la salvación. Nadie más ha podido certifi car que lo puede hacer.

La resurrección es la certificación de que Él es el verdadero sustituto del hombre ante Dios. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Para quien ya realizó una aceptación de Jesús como su Salvador

Si tu vida no es todo lo abundante que deseas, es importante que estés dispuesto a desaprender algunas enseñanzas que te producen dolor y desánimo (en muchos casos tiene que ver con la manera en que percibimos nuestra vida y la vida en sí misma) y aprender las maravillosas lecciones que tenemos en la Biblia. Puedes con siderarlo como un nuevo comienzo, un nuevo caminar hacia la vida prometida, donde Jesús te dice: “De lo más profundo de tu ser brotarán ríos de agua viva”.

Dios tiene su propio plan de estudios, su propio tiempo. El plan de estudios en el que fuimos enseñados tiene deficiencias que produce su propio fruto: preocupaciones, ira, desesperanza, sufrimiento exagerado, desavenencias con la gente, desavenencias con nosotros mismos, frustraciones y una continua sensación de culpa y vaciedad.

De ahí que constantemente queremos tomar posgrados: lograr y acumular títulos, crear riqueza, ser famoso y reconocido en la co munidad, etc. Estos éxitos se evaporan con muchísima facilidad.

Esa clase de agua no puede quitar la sed en el desierto. Es agua contaminada, amarga, que sólo produce ilusiones, espejismos en medio del desierto. Esa agua vuelve a dejar con la misma sensación de sed a quien la bebe: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed” [Juan 4:13].

El plan de estudios de Dios es el de la dependencia, el de vivir crucificados. Son las mismas clases cursadas por Nuestro Señor. Aquellas que colocan en su debido lugar al ego. Aquellas que lo gran ver la diferencia entre individualidad e individualismo. Aque llas que logran hacernos ver que el servicio hacia los demás es el mejor de los servicios para el alma que lo realiza.

Dios está listo para ser nuestro Maestro. En cualquier lugar, a cualquier hora, en cualquier momento. Sólo resta que la inscrip ción, que el pago, el sacrificio de nuestro Señor la hagas valer.

El mejor momento para empezar a tomar las clases es ¡hoy mismo!

No importa cuánto lleves en el Evangelio, o cuánto no lleves. Ni los fracasos que hayas acumulado con tu propio plan de estu dios. Es momento de tomar las clases que nos ayudarán a conocer la realidad.

Al hacerlo, veremos las proezas en nuestras vidas. Seremos, cada uno, un Josué, apropiándose gradual y progresivamente de la Tierra Prometida. Es decir, de la vida prometida.

De posponer la enseñanza, la estadía en el desierto en el que vives, se extenderá y no sólo tú vivirás el fruto que emana de él, también los que viven a tu alrededor lo experimentarán contigo, y ellos compartirán contigo su propio desierto.

Es el momento de que sepas enarbolar la bandera y sepas cómo se utilizan las herramientas y armas que tenemos en Cristo, para que la Victoria, que ya es nuestra, por la fe se manifieste en nuestra experiencia.

En la escuela de la vida, si la fe no se ejercita, se debilita

Todos queremos ver maravillas y milagros, pero nos da temor y pánico que nos quiten las muletas de seguridad con las que cami namos en la vida.

Las piernas con las que hemos sido dotados se encuentran debilitadas por la inactividad, por la falta de uso.

Este debilitamiento de nuestra fe lo ejemplifico con una expe riencia que tuve: una noche lluviosa del mes de septiembre del año 2004 sufrí un accidente que me provocó una triple fractura en mi pie derecho. El daño era de considerable magnitud. El cirujano había puesto una placa de titanium para unir dos de los tres huesos rotos. Dejé de utilizar mi pierna y pie derecho alrededor de un mes y me dio; bajaba únicamente la pierna para lo estrictamente necesario. No podía apoyarla en el piso, por razones obvias, pero el sólo hecho de bajarla, me producía dolores muy severos.

Al fracturarse tres partes distintas de mi pie, varias venas y te jidos se desgarraron. Para los que no saben del tema, cuando ocurre esta situación de ruptura, la sangre se agolpa en segundos en el pie. Eso me producía dolores casi insoportables. Por esta razón, casi todo el tiempo me encontraba acostado y con almohadas que mantu vieran en alto mi pie, por encima de la posición que tenía mi cuerpo en la cama. Eso mismo ocurría cuando me sentaba, tenía levantado mi pie sobre una silla.