Apéndice:
Una Palabra a los Pastores


Mucha gente siente que la evangelización debe dejarse a los pastores. (Hablamos al respecto en el capítulo 3). La verdad es que a los pastores se les hace difícil encontrar vías para hacer evangelización personal.

Piensa en esto. Nosotros los pastores, pasamos nuestra jornada laboral con cristianos. Pasamos nuestras reuniones con nuestras familias u oficiales de la iglesia, y quizás con a veces con un vecino u otro amigo. ¿Cómo podemos nosotros los pastores evangelizar? Nosotros necesitamos hacerlo por las mismas razones comunes a todos los cristianos; y además, para servir como modelos.

Primero, debemos recordar que nuestra predicación es la primera vía por la cual Dios nos ha llamado a evangelizar.1 Nosotros queremos predicar el evangelio a los no cristianos y deseamos ver los frutos de sus conversiones.

Para este fin, debemos tener el cuidado de incluir un resumen del evangelio en cada sermón. Yo recuerdo a mi amigo Bill acercarse a mí después de haber predicado un sermón sobre Lamentaciones. Él me dijo que era un buen sermón, y entonces, después de una pausa, me preguntó algo así como “Pero, ¿Incluiste el evangelio dentro del sermón?”

Me sorprendió la pregunta, pero más tarde, regresé y examiné el sermón, Encontré que en ninguna parte estaba claramente explicado lo que Cristo había hecho y como Él nos llama al arrepentimiento y a creer. Resolví que debía tratar de presentar ese punto con claridad en cada sermón.

Hay otras verdades también, que en nuestros sermones pueden ayudar en nuestra evangelización, y podemos ayudar a los cristianos que nos escuchan al predicar ejemplificando como hablar la verdad. Ara la tierra con frecuencia al hablar de la santidad de Dios y nuestro pecado. Se claro acerca del problema de nuestro pecado en relación con un Dios que es totalmente santo. Trata de exponer la mentira de Satanás de que el pecado es insignificante. Trata de ayudar a la gente a ver el peso del pecado y cuan profunda es su oposición a Dios.

Asegúrate que tus sermones procuren tanto instruir a la gente sobre el evangelio como a apelar a que la gente responda a él. Si tú haces una apelación pero sin instrucción, estás suponiendo que tus oyentes entienden el evangelio, cuando en realidad ellos no saben lo que es eso. Por otra parte, si tú solo hablas de las verdades del evangelio en tercera persona, en otras palabras, si hablas solamente de tu experiencia, entonces la gente no entiende lo que la Biblia enseña con claridad: que ellos deben arrepentirse y creer.

Además, debes estar disponible después de la predicación. Párate en la puerta, ve a la recepción, de alguna manera hazte disponible a las personas que han oído tu anuncio de la Palabra de Dios, y quienes, por lo tanto, pueden tener preguntas especiales acerca de cómo el mensaje se relaciona con sus vidas o sobre asuntos particulares que ellos quieren comprender más totalmente.

Mi amigo pastor, aun mas allá de tu predicación, asegúrate de orar regularmente por los vecinos, amigos y familiares no cristianos. Ora públicamente por conversiones en tus oraciones pastorales antes del sermón. Incentiva y sé ejemplo de oraciones a Dios para que salve a los no cristianos. Y pasa mucho tiempo dándole gracias a Dios por tu propia salvación, mantén fresca tu gratitud.

Ora también para ser un fiel evangelista. Yo he ido con regularidad a ciertos restaurantes, comprado en ciertos almacenes y frecuentado ciertos lugares de negocio con el propósito de construir relaciones en esos lugares de tal manera de crear oportunidades de compartir el evangelio. Comprometerse a una evangelización personal de este tipo requiere ser un cliente paciente, dar buenas propinas y ser un buen conversador, aún cuando no hayas dispuesto el tiempo para ello.

Date cuenta, también, que tú estás llamado a equipar a los santos para evangelizar. C. H. Spurgeon dijo:

No todos tus deseos serán cumplidos en todo lo que puedes hacer, el ganar almas es un propósito que va creciendo dentro de nosotros; mientras más seas recompensado con conversiones, más ansioso te pones de ver grandes números de personas caminando hacia Dios. Consecuentemente, pronto descubrirás que tú necesitas ayuda si es que muchos van a entrar. Pronto la red se hace demasiado pesada para que un par de manos la arrastren hasta la orilla cuando está llena de peces; y debes hacer señas a tus colaboradores para que te auxilien. Grandes cosas son hechas por el Espíritu Santo cuando toda la iglesia está avivada por la energía sagrada… Piensa desde el principio en la posibilidad de ser una iglesia de ganadores de almas. No sucumbas a la idea tradicional de que solo podemos reunir unos pocos trabajadores útiles, y que el resto de la comunidad debe ser inevitablemente un peso muerto: es posible que eso ocurra, pero no hay que partir desde esa noción o de lo contrario se volverá realidad. Lo usual no tiene porque volverse general; mejores cosas son posibles que las ya obtenidas, mantén altas tus metas y no escatimes esfuerzos para lograrlas. Trabaja para congregar una iglesia viva para Jesús, todo miembro completamente dinámico, y la totalidad en una incesante actividad para la salvación de los hombres. Para este fin debe haber allí la mejor predicación para alimentar a la multitud en fortaleza, oración continúa para traer el poder de lo alto, y el más heroico ejemplo de tu propia parte para poner en marcha su entusiasmo.

El pastor debe asegurar que otros en la congregación estén equipados para la evangelización. Nosotros podemos equipar no solo mediante nuestra predicación, sino por medio de nuestras conversaciones, los libros que repartimos, la forma en que admitimos nuevos miembros (en nuestro caso siempre pedimos a los nuevos miembros que expliquen el evangelio y su propio testimonio). Podemos además proveer a la congregación con entrenamiento en herramientas evangelísticas específicas (tales como El Corazón del Evangelio o Dos Formas para Vivir).2 Nosotros podemos ejemplificar una preocupación por la evangelización y por las conversiones en nuestras oraciones. Podemos financiar eventos evangelísticos especiales. Podemos incentivar a los miembros a tener tiempo para compartir y orar oraciones en las que pedimos específicamente iniciativas evangelísticas y conversiones particulares.

A través de todo esto, nosotros debemos guiar con el ejemplo. Como pastores, estamos llamados a guiar por medio de nuestra enseñanza pero también por nuestras acciones. Por tanto debemos prestar atención al encargo que Pablo hizo a Timoteo “Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio” (2ª Tim 4:5). En todo, desde nuestra vida devocional a conversaciones con familiares y vecinos, debemos trabajar para presentar bien a Cristo.

Nosotros los pastores, debemos aceptar el rol de liderazgo que Dios nos ha dado. Ciertamente los pastores sacrificamos oportunidades personales de hacer evangelización cuando trabajamos a tiempo completo en el ministerio. Nosotros estamos de alguna manera, dispuestos a ser llevados detrás del frente de batalla con tal de equipar a los demás. Nos damos cuenta que la primera línea de combate, la “piel” de la iglesia por decirlo así, está representada por los miembros de la congregación local después que ellos se van de la iglesia el día domingo. Es entonces, a lo largo de la semana, que la iglesia ataca el reino de la oscuridad como creyentes viviendo sus llamados entre cientos y aún miles de no cristianos cada semana. Es nuestra tarea como pastores guiar a todos los creyentes a aceptar, abrazar y usar las oportunidades que Dios generosamente les da. En todo esto, debemos trabajar no tanto para simplemente implementar programas sino para crear una cultura en nuestra iglesia. Para poder hacer eso, tendremos que tener cuidado de a qué tantas noches estamos animando a nuestros miembros a asistir a la iglesia. Debemos darles tiempo a nuestros miembros para que desarrollen amistades con no cristianos.

Entonces, mi amigo pastor, toma fuerza para la evangelización. Comparte historias acerca de la misma con tus amigos. Pídeles que relaten recientes experiencias evangelísticas. Lee libros que te recuerden la prioridad de la evangelización en tu propio ministerio. Déjame sugerirte algunos que confortan mi propia alma: Richard Baxter, El Pastor Reformado; Charles Bridges, The Christian Ministry; Horatius Bonar, Words to Winners of Souls; C.H. Spurgeon, Discursos a Mis Estudiantes (o realmente, cualquier cosa escrita por Spurgeon).


1 Vea mi capitulo en, “Evangelistic Expository Preaching,” in Philip Graham Ryken et al., Give Praise to God (Phillipsburg, NJ: P&R 2003), 122–39.


2 El Corazón del Evangelio (Monterrey, MX; Torrentes de Vida, 2009); Dos Formas para Vivir (Monterrey, MX; Torrentes de Vida, 2009).

Una iglesia será Semejante a Él
en la medida en que escuche de Él.


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