XVII

Reflexiones para una nueva vida

A punto de concluir es te libro, quiero hacer hincapié en algunas cuestiones importantes.

Reflexionar sobre nuestras experiencias, desde una posición imparcial, sin apegos ni aversión, aceptando lo que inconscientemente hemos atraído a nuestra vida desde un determinado estado de conciencia no es fácil, lo sé.

Todas, absolutamente todas las crisis, personales, económicas, emocionales o espirituales, conllevan una larga serie de alteraciones físicas y existenciales, y éstas tienen una misión subyacente de revolución creativa, aunque la mayoría de las veces nos remuevan hasta la última fibra sensible de nuestro precioso organismo en una tormenta de renovación, crecimiento y resolución que nos hace despertar, muriendo para renacer, rompiendo para crearnos a nosotras mismas desde una conciencia superior, de donde sale la fuerza necesaria para romper todas las barreras que aprisionan y matan.

Intenta bucear en tu océano profundo para descubrir, destapar y reconocer todo aquello que hiciste desde el corazón, desde tu verdadero sentir. Recuerda cómo te sentiste entonces actuando desde tu integridad: ¿feliz? ¿llena de energía y creatividad? ¿radiante? ¿segura?

También es positivo que recuerdes sin dolor, todo aquello que tuviste que hacer desde la imposición, desde el miedo consciente o inconsciente, sintiendo cómo tu energía menguaba debido a la inseguridad de la incertidumbre, de la pregunta continua sin respuesta; ¿por qué lo hago? ¿por qué lo acepto? ¿por qué continúo?

¿Cuánto has dado sin querer sólo por quedar bien ante alguien que al final veías que no valía la pena?

¿Cuánto has aguantado por no perder un mísero trabajo, debido a la poca confianza en ti misma para buscar, descubrir y conseguir algo que te llenase de júbilo y motivación?

¿Cuántas convivencias erradas llenas de carga y culpabilidad, intoxicadas por un castigo psicológico machacante forzado y progresivo, como un veneno dosificado que iba resquebrajando tu integridad y confianza en ti misma?

Un ojo morado es muy visible y lastimoso, pero existen heridas más profundas, de un maltrato psicológico continuo, que carcomen el alma hasta deshacerla y que no muestran un solo hematoma visible en la piel.

Mírate de frente con valentía, no para torturarte, sino para tomar conciencia de tu trayectoria, de tu aprendizaje y la responsabilidad que tienes contigo misma y efectuar una transformación desde tu propio reconocimiento, el de tu Ser superior, el de tu verdadero poder y así, desde tu libertad decidir qué, con quién, cómo, cuándo y hasta dónde hacer y deshacer, parar o continuar, entrar o salir.

Nadie, absolutamente nadie, está en ti, con lo cual nadie sabe qué es lo que más te conviene salvo tú misma.

Pregúntate: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Actúo desde mi libertad? ¿Cómo y cuánto estoy dispuesta a hacer por mí? ¿Me quiero lo suficiente como para decidir lo que realmente anhelo? ¿Hay algo que me pueda frenar? ¿Soy capaz de tirar por la borda todo lo que ahora no me sirva aunque me haya costado trabajo conseguirlo porque ya no me satisface o descubro que ha sido erróneo?

Todas las personas nos aferramos a la vida, ¿pero de verdad todas vivimos?

La vida es armonía, cambio, movimiento, luz, color, sincronía, motivación, creación continua, amor, alegría, equilibrio, dar, recibir… sentir la energía danzar por nuestras venas, con el corazón vibrante marcando con su latir continuo cada segundo, todos los estados emocionales de certeza y felicidad.

La libertad es el motor de la vida; sin libertad, no puede haber nada de lo mencionado, ni amor, ni estabilidad, ni felicidad ni paz. La libertad se relaciona con la conciencia, con la verdad y la coherencia del Ser.

Y para que esa libertad sea cada vez más extensiva, cada mujer ha de vibrar en la frecuencia de su autenticidad, siéndose fiel, amándose, reafirmándose y manifestándose con las demás mujeres, en pos de un despertar individual y colectivo que abarque cada vez mayores espacios dentro y fuera de la sociedad.

Todavía queda mucho camino, pero todo camino, comienza con un solo paso; si no das ese primer paso con decisión y confianza, todo volverá hacia atrás una vez más.

Yo he podido salir y tú ¡¡también puedes hacerlo!! Sólo tienes que reafirmarte en ti misma, comenzar con todas tus fuerzas, con tu mente enfocada en una sola dirección sin desvíos, por una autopista sin límite de velocidad. Nada de pequeños caminos, esto no se hace poquito a poco, ya es hora de poner en marcha todos los recursos a tu alcance y no desfallecer ni un solo momento hasta conseguir tu verdadera meta, tu libertad, el descubrimiento de tu alma grande, de todos tus dones escondidos, de dejar que se manifiesten y de sorprenderte de toda la riqueza que hay en ti.

Es tu momento para realizar eso que has venido a conseguir en este mundo y para lo que estás preparada desde siempre; descúbrelo y confía en ti.

Con el primer paso, ya has comenzado un gran camino hacia el encuentro con tu divinidad, con tu verdadera presencia, donde tu mente, tu conciencia y tu sabiduría, entrarán en resonancia con la mente la conciencia y la sabiduría universal, es decir, con el Todo. Tu cambio de pensamientos y tu nueva forma de actuar en tu vida facilitarán el viaje hacia un nuevo horizonte, hacia la libertad, la felicidad y el amor que tú eres y que puedes compartir.

¡¡Te lo puedo asegurar!! ¡¡Confía en ti!! ¡¡Tú puedes!! ¡¡Yo confío en ti, confía tú en mí!!

Si me necesitas, estoy contigo, yo soy tu, tú eres yo.

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Puedo crear caminos plenos de luz y emoción

Por los que se abre la vida dando sentido a la existencia

Llenando mis células de alegría profunda

Desde donde renace la inocencia cargada de sabiduría.

Puedo sentirme liviana y sentir el fluir de la sangre en mis venas

Divisando el gran horizonte donde no existen barreras

Unida al ritmo infinito que marca la canción del todo

Donde se deshacen la monotonía la limitación y la mentira impresa

Dando paso a la expansión, al poder majestuoso de mi Ser

A la locura de la creatividad, generadora de energía y firmeza.

Ningún tiempo fue mejor que este presente vibrante

En el cual brotan las semillas que, a lo largo de mi vida,

Sembré y aboné con paciencia, amor e incertidumbre.

Ahora veo la respuesta con bellos y pequeñitos brotes de certeza

Sintiendo vibrar mis alas, que se despliegan de un gran letargo

En el cual se fortalecieron de la no aceptación de la inmovilidad

Dando paso a la impaciencia del despliegue y la experiencia de por fin poder volar.

Todo es posible

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Corazón de mujer

[Un libro que ayuda a las mujeres a conectar con su auténtico poder interior para superar la violencia, el maltrato o el machismo que las rodea]

Con poemas de María Castejón, extraídos de su libro Filosofía del Alma

María Castejón y Jose Luis de Montsegur

KOLIMA BOOKS

Mujeres de todo el planeta dadoras de vida y amor

al igual que la madre tierra, tenemos el don de la fuerza y el arte;

de regeneración continua, que desde el fondo renace.

Al igual que la resiliente ave Fénix, salimos fortalecidas

de vivencias límites y mensajes castradores, que anulaban nuestra vida.

Todas hemos de saber, que el músculo no tiene poder.

El miedo no dominará a nadie si instauramos en nosotras

la conciencia de libertad, el coraje y el perdón

y una palabra preciosa ¡¡NO!! a toda manipulación y chantaje.

Unidas desde el corazón, latiremos al unísono, desde el más profundo yo.

El amor de cada mujer, ha de ser el amor propio.

Y ese amor vale la alegría y no la pena y la tristeza

reconociendo tu fuerza centrípeta y diluyendo el acoso,

construiremos caminos transitables para todas, para todos

con la firmeza de nuestro Ser en la existencia.

Afianzar vuestros pasos mujeres de todo el mundo.

Con nuestras manos unidas, no habrá fuerza bruta ni opresión sutil

que rasgue nuestros sentimientos u obstaculice nuestro fluir.

Con la mochila vacía de desprecios y culpabilidad,

levitaremos jugando, al descubrir nuestra potente libertad.

¡¡Canto a la libertad de las mujeres!!

Prólogo

Si miramos a nuestro alrededor, por muy mal informados que estemos sobre política, religión o sobre el devenir histórico-social, respiramos una información subliminal machacante, sutil y eminentemente machista. Aunque a veces no nos demos cuenta de ello conscientemente, las mujeres sí que percibimos un desequilibrio que nos inquieta y molesta sin saber muy bien por qué; no sólo en nuestro entorno vital más próximo, sino también de manera global, aunque no vivamos (afortunadamente) en esos países donde el fanatismo religioso y el aplastante peso de las tradiciones construyen hombres que consideran a las creen que mujeres como seres inferiores a las que creen que deben dirigir, reprimir y dominar en todos los aspectos de la vida.

Todavía hoy, en los comienzos del siglo XXI, en el tercer milenio de la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, en esos países una mujer puede ser cruelmente aniquilada sin posibilidad de defensa alguna por tomarse una pequeña «libertad» respecto a lo que prescriben las reglas sociales y religiosas.

Sin ir tan lejos, decenas de mujeres son asesinadas anualmente en la España moderna a manos de sus parejas sentimentales, y los expertos calculan que existen en este país unos dos millones de mujeres que sufren malos tratos físicos o psicológicos. No hablemos ya de lo que les ocurre a miles de mujeres en el resto de la «avanzada» Europa donde países con un alto nivel de vida tienen récords de denuncias por violencia de género.

La idea de escribir un libro sobre el problema social de discriminación y maltrato de las mujeres se me ocurrió a raíz de mis repetidas consultas con clientas desorientadas y dolidas, con problemas de violencia de género en sus vidas. Pero al desear hacer un trabajo equilibrado me surgió la idea de escribir este libro con la colaboración de mi pareja, José Luis de Montsegur, psicólogo y autor de cuatro libros hasta el momento, dedicados a intentar despertar la conciencia. Al co-escribir este libro, centrado en la memoria histórica de la mujer pero que también puedan y deban leer los hombres conjuntamente con José Luis, el componente yin-yang de la obra queda más completo. La alegría interior que me causó la idea de emprender este proyecto dedicado a la mujer fue profunda y luminosa.

Además creo que, como mujer que no supo salir de una situación de maltrato sin escapatoria durante nueve años, puedo y debo transmitir el aprendizaje obtenido en mi experiencia al vagar por los laberintos de la incertidumbre y el miedo. También pretendo ayudar a las mujeres que no encuentran motivaciones para vivir su vida con alegría.

Si con este libro consigo aportar una pizca más de conciencia para que algunas mujeres sean felices, yo también seré mucho más dichosa.

Mi dedicación al quehacer de promoción de la salud y el bienestar ha sido casi continua, prestando mis servicios como naturópata y acupuntora desde hace veintiocho años a muchas personas (sobre todo mujeres) en mi centro y consulta de «El Camino».

Esta actividad me ha llenado la vida de experiencias muy gratificantes, ayudando a muchas personas con quienes he aprendido e intercambiado vivencias y aclarado incertidumbres, en un enriquecimiento mutuo.

Vivimos en un mundo dual, masculino-femenino, y esta dualidad puede ser destructiva, constructiva o complementaria. Entre el hombre y la mujer existe un bagaje histórico de relación desigual, marcada desde el nacimiento por la ignorancia proveniente de la educación y enseñanza más importante en todos los aspectos: la formación dada por una madre y un padre a sus hijos e hijas.

Con excepción de algunas personas felices y positivas, la mayoría somos bastante inseguras, con miedos e insatisfacciones más o menos conscientes, ensimismadas en nosotras mismas, y por lo tanto, incapaces de mirar un poco más allá para valorar lo importantes que somos y lo que tenemos.

El reconocimiento del valor de la mujer como igual, complementaria, equilibradora y mantenedora de la especie humana en un plano de paridad con los hombres, es indispensable para avanzar en el camino hacia la armonía social, la paz y el bienestar mundial.

Las mujeres constituyen un mundo desconocido para muchos hombres; por eso la formación adecuada en los ámbitos educativos primario y secundario para conocer y comprender a las mujeres como familia, amigas, compañeras de vida y madres, es imprescindible para conseguir el equilibrio.

Los hombres pueden y deben investigar en su interior para ser más conscientes de esa pequeña parte femenina que poseen, la cual hará posible una relación más cercana con las mujeres, en la que la igualdad, el mutuo respeto, la admiración, el amor, la complicidad y la creatividad den paso a personas felices que podrán aportar sentimientos de amor, comprensión y tolerancia a sus hijos, y éstos a la sociedad.

Gracias por leer esta obra, escrita con todo nuestro cariño.

María Castejón

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Escribir un libro sobre las mujeres no es nada fácil desde la perspectiva masculina, máxime cuando el autor vivió su infancia y adolescencia bajo el paradigma de la superioridad del varón y la sumisión implícita de las mujeres, en plena era franquista. Me crié con una madre «clásica» y tres hermanas, lo que da para mucho aprendizaje. Más tarde, una de ellas fue maltratada por su pareja, a pesar de que tenía asumido el papel de sumisión, o tal vez por eso mismo. A todo ello debo añadir mi formación y experiencia como psicólogo clínico, y finalmente, la ayuda y colaboración inestimable de mi compañera, María Castejón, también maltratada en su anterior relación, quien supo salir de ella y superar los traumas, tanto físicos como psicológicos que ocasionan estas desdichadas y terribles vivencias. Tengo dos hijas y tres nietas y me preocupa mucho que en su presente y futuro sean tratadas con dignidad y respeto, como iguales por sus respectivas parejas y por la sociedad, sin que su condición de mujeres les acarree discriminación o abuso por parte de los hombres.

La idea de escribir este libro se la debo precisamente a mi compañera de vida, María, que ha colaborado en su desarrollo, repasando, corrigiendo, aportando ideas y experiencias vividas en carne propia, escribiendo con su bella prosa, embelleciéndolo con sus poemas, y sobre todo, con su entusiasmo.

Sin su impulso esta obra nunca hubiera salido a la luz. Gracias María; eres impulsiva, fantástica, fuerte, valiente, arrolladora en lo que te propones, y auténtica.

Nuestro objetivo al escribir este libro es conseguir sacar del inconsciente sueño sumiso, conformista y autocomplaciente, a los millones de mujeres que se sienten inferiores al varón debido a la tradición, las ideas religiosas o las presiones culturales. Por desgracia muchas veces este sueño se transforma en pesadilla.

Por experiencia he conocido el tiempo, no muy lejano, en el que las propias madres decían convencidas: «Una mujer no necesita estudiar; con que sepa las cuatro reglas de cálculo y hacer las faenas de la casa, ya es bastante».

Y esto ocurría en una nación que hoy se enorgullece de su modernidad y progresismo: España.

Aunque parece que el siglo XX ha sido la centuria donde en muchos países la mujer ha alcanzado objetivos impensables poco tiempo atrás, todavía queda mucho camino por recorrer.

Afortunadamente todo cambia. Tenemos que evolucionar, adaptarnos o desaparecer. La vida, la Naturaleza, el universo, no son algo inmutable; nada permanece igual para siempre.

Mujer, no te resignes, lucha para conseguir tu dignidad y tus sueños más profundos de autorrealización y libertad. Si algo no te gusta o consideras que no es correcto en cuanto al tratamiento diferenciado que recibes, protesta, no colabores en su mantenimiento, boicotéalo, enseña a tus hijas a no seguir aceptándolo y a tus hijos a considerar a la mujer como su igual en dignidad y derechos. Tal vez tu descendencia consiga lo que tú no has podido pero siempre has anhelado desde el fondo de tu corazón.

No es éste un libro para que lo lean sólo las mujeres. También los hombres pueden y deben leerlo pues así comprenderán más y mejor a la otra mitad de la especie humana: a sus compañeras, amigas, esposas, hijas, hermanas, madres y demás mujeres; aprenderán a conocerlas, respetarlas, valorarlas y amarlas. Tenemos que darnos cuenta de que ellas forman parte de nuestra vida, de la vida de todo varón, sea cual sea su orientación sexual o su identidad de género, y que compartimos el viaje ancestral de nuestra especie en este «planeta azul».

Dejémonos de estereotipos y actitudes aprendidas, heredadas de los siglos pasados; estamos entrando en un nuevo milenio. Aprendamos los hombres todos a contemplar a la mujer con ojos nuevos y con el corazón limpio.

José Luis de Montsegur

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NOTA: Este libro incorpora material extra de lectura descargable mediante «bidis», códigos cuyo contenido se puede descargar a través de una aplicación en su smartphone. Si no puede obtener este material de esta forma, puede solicitarlo a la editorial al correo info@editorialkolima.com y se lo enviaremos como PDF.

El propósito de este libro

Cuando nos propusimos escribir este libro, pensamos que principalmente debería tener tres objetivos:

  • Primero: Ayudar a despertar de la sumisión al mayor número posible de mujeres que están siendo maltratadas psicológica y/o físicamente por sus parejas; persuadirlas de que deben y pueden poner fin a esa vida de esclavitud sin esperanza y renuncia de sí mismas, y hacerles saber que son seres maravillosos portadores de las más altas cualidades humanas.
  • Segundo: Ayudar a superar el trauma generado por este maltrato a aquellas mujeres que, habiendo conseguido liberarse de la opresión anuladora de la violencia de género, se enfrentan a un nuevo mundo de incertidumbres con la carga de una personalidad mermada por el abuso machista y una autoestima por los suelos.
  • Tercero: Dar luz y conocimientos a las mujeres que, sin haber recibido propiamente un maltrato, se sienten desorientadas, insatisfechas, inferiores a los hombres, con baja autoestima y sin un propósito en la vida, en una palabra, infelices debido a la cultura patriarcal dominante que las condiciona desde su nacimiento.

Para ello hemos diseñado y planificado este libro de manera que las mujeres sepan en primer lugar de dónde vienen, damos un repaso a las respuestas de la ciencia a la incógnita de los sexos diferenciados, el sorprendente desarrollo de los embriones humanos, la (al parecer) «diferente» mentalidad y sexualidad de ambos géneros, las mujeres más relevantes de la Historia, la larga y profunda represión sufrida por las mujeres a través de los siglos por las costumbres impuestas por los poseedores de la fuerza bruta y por las religiones, la realidad cruel de la violencia de género en la actualidad, los factores desencadenantes de esta lacra; en definitiva, resucitar y sacar a la luz, la memoria histórica de las mujeres. También incluimos consejos de defensa y superación, y por fin… una mirada hacia un futuro más esperanzador basado en el enorme potencial de amor, energía y resistencia que las mujeres tienen en su interior.

A lo largo de la Historia, multitud de personas, mujeres valientes y algunos hombres, han luchado por la igualdad entre géneros y muchas –demasiadas–, han pagado y siguen pagando con su vida este esfuerzo liberador de la opresión patriarcal.

Hoy día –incluso instituciones con tanto poder mediático y coercitivo como la Iglesia Católica Romana– siguen abogando y aconsejando una tipología de mujer sumisa y sacrificada a la familia, y especialmente al marido. (No es de extrañar esta sugerencia desde una organización compuesta exclusivamente por varones en sus jerarquías y cuadros dirigentes, administrativos, litúrgicos y adoctrinadores, y que relega a las mujeres al papel de orantes, contemplativas, cocineras, y asistentas con votos de absoluta obediencia a la masculina «superioridad»).

Los tiempos y actitudes deben cambiar, pero para ello debemos empujar todos en esa dirección. Nada del estatus social firmemente establecido cambia por sí solo; siempre tiene que haber una fuerza que le obligue a hacerlo. Y esa fuerza debe ser ejercida por hombres y mujeres, con una implicación social donde se forje una fuerza constructiva en pos de la igualdad total entre géneros.

Las madres, padres y familiares deben educar a sus hijos varones en el respeto a la mujer y a que aprendan a compartir con ellas todo lo que conlleva la aventura maravillosa de la vida. Compartir desde una posición de iguales, sin estereotipos heredados del paradigma patriarcal. Es ésta una labor imprescindible y determinante si queremos en el futuro erradicar la violencia de género.

También pretendemos hacer saber a muchas mujeres que en realidad están siendo maltratadas de forma solapada por parte de sus parejas sentimentales, sin darse ellas apenas cuenta de que poco a poco van cayendo en el pozo de sentirte menos que nada. Para ello aportamos un «test de reconocimiento temprano de maltrato» que les ayudará a detectar cuándo su pareja empieza a deslizarse por la peligrosa pendiente del machismo intolerable precursor de la violencia física. Queremos aportar nuestro granito de arena para que terminen los tiempos oscuros en los que las mujeres sólo eran un vientre para tener hijos, un objeto de placer sin placer, y una asistenta para hacer la vida más fácil a los hombres sin poder desarrollar todas sus facultades intelectuales y creativas. Basta de soportar y aceptar un legado cultural que oprime y limita las expectativas del género femenino, simplemente porque es muy antiguo y «siempre ha sido así».

Gracias y buena lectura.

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Yo voy buscando caminos

Entre malezas y espinas

Con mis sentidos alerta

Con la mirada perdida.

Yo voy buscando caminos

Con mis pasos al azar

Vuelo, tropiezo, me caigo

Para volver a empezar.

Yo voy buscando el sendero

Donde descansa el poema

Donde muere el egoísmo

Y nace la primavera

Donde la imaginación

El amor y fantasía

Juegan cantando locuras

Entre la noche y el día.

Yo voy buscando el atajo

Que conduce a la gran llanura

Donde se ve el horizonte

Donde no existe la duda.

Tropezar para volar[1]

Introducción

Sumérgete en ti y profundiza

en el infinito océano de tu Ser.

Descubre tus más valiosos tesoros

sumergidos, pero no inaccesibles.

El camino hacia el interior

no siempre está lleno de luz.

Hay que ser sincera y valiente

para descubrir qué nos frena,

por qué tropezamos en la misma piedra

por qué encontramos tantas barreras

por qué no fluye la vida.

Busca tu océano

Por las mujeres de ayer, hoy y mañana

Cuando el ser humano, sea hombre o mujer, se convierte en víctima, acoge la anulación de sí mismo y el sufrimiento como compañeros inseparables de camino, negándose a la dignidad de ser personas merecedoras del disfrute, el amor, la libertad y la verdadera felicidad.

A lo largo de la vida muchas mujeres experimentan un abanico de vivencias negativas que guían sus pasos por caminos intransitables, oscuros y dolorosos, creando incertidumbres, falsas percepciones, y embotellamientos emocionales y mentales que les impiden ver con nitidez por dónde y hacia dónde fluir.

Mujeres que llevan marcados a fuego en su alma abusos de poder masculino implantados con violencia cultural, física, verbal y sexual desde su más temprana niñez y adolescencia. Esta memoria inconsciente las predispone a repetir posteriormente las mismas experiencias, atrayendo a sus vidas más de lo mismo.

Esta marca, aunque aparentemente esté lejana y en muchos casos borrada de la conciencia, deja una huella en su memoria celular que puede manifestarse inconscientemente más tarde en elecciones de parejas inadecuadas, trabajos mal remunerados, sometimiento a abusos de poder, maltrato psicológico, y a padecer con resignación la violencia física.

Este patrón de comportamiento y la aceptación del maltrato psicológico en el ámbito laboral, familiar o social, va fortaleciendo una conducta de autocastigo, dañando y anulando su voluntad, motivación, alegría y sus ganas de vivir, que las lleva a un laberinto de dudas y desorientación que las arrastra como víctimas hacia un pozo negro, frío y oscuro, del que llegan a creer que no tienen escapatoria.

La «adaptación» continua a este tipo de abusos, físicos, psicológicos y sexuales, se convierte en una forma de vida en la cual se va restando importancia al sufrimiento a base de anular emociones positivas, sentimientos, preferencias, anhelos y bellos recuerdos, creando una gran coraza de falsa protección que no deja entrar al interior del ser gran parte de lo negativo que viene desde el exterior, pero que ahoga y sofoca todo crecimiento y realización personal.

Así, aparentemente, ante los ojos de los demás, todo parece «normal». Mientras, dentro de una mujer que pierde su dignidad y por una situación de maltrato, está ocurriendo una metamorfosis que la va transformando poco a poco, convirtiendo lo que tendría que ser un viaje positivo por la vida en una marcha atrás hacia la paralización y la involución del Ser.

Ocurre como si, en lugar de convertirse la oruga en mariposa y desplegar sus alas para volar a un nuevo mundo, fuera la mariposa la que invirtiera el proceso retrocediendo al estado de frágil oruga, reduciendo su mundo y sus facultades de expansión hasta quedarse arrastrando por los suelos, cada vez más vulnerable a cualquier depredador.

Las mujeres que sufren maltrato por parte de su pareja también soportan consecuencias negativas en su vida social. Normalmente tienen círculos de amistades muy reducidos. Suelen ser discretas, amables y complacientes, «muy buenas personas». Casi siempre desempeñan con gran eficacia muchas de sus actividades laborales y familiares, desarrollando una labor impecable. Sin embargo, detrás de todo esto se oculta su debilidad en la convivencia tóxica con su pareja.

Ellas se crean un cascarón de protección para que no les afecte demasiado esa convivencia nociva y siguen adelante sin buscar alternativas. No suelen hacer denuncias, ni comentan nada sobre su calvario a las personas de su reducido círculo. Se van anulando y conformando, sintiéndose cada vez más solas dentro de una gran multitud.

Si alguien les pregunta por algún signo de violencia que aparece en su cara o por alguna fractura, alegan que se cayeron por la escalera o cualquier otro accidente doméstico.

Este libro está enfocado a despertar y motivar a esa guerrera de justicia y amor que está implícita en cada mujer. El objetivo más urgente e importante ahora mismo es que muchas mujeres se reconozcan, se vean y se sientan tal y como son: con poder, sabiduría, amor y capacidad de transformación y comunicación, a fin de ser capaces de transmitir a sus hijos (futuras mujeres y hombres del mañana) ese legado de seres auténticos, valientes e inteligentes que harán posible el cambio, el verdadero cambio de la Humanidad.

Esta transformación ya no se realizará mediante guerras y barbaries; más bien se tendrá que hacer gracias a la gran fuerza y sabiduría que está instaurada en los hombres y las mujeres libres, sin miedos, seguros de sí mismos y con grandes conocimientos humanísticos, científicos y políticos que llevan el amor por bandera, en los que la ambición de poder sólo esté enfocada al bienestar general y la justicia verdadera.

Si queremos que algo cambie en nuestra sociedad, en nuestra política, y en nuestro mundo, sólo puede ser desde la igualdad entre géneros, la cultura, la educación, y la disciplina con amor, y por ello las mujeres deben ser libres y auténticas para que estos valores y la ausencia de temor, sean transmitidos a sus hijas e hijos. Un ser humano con miedo no es un ser humano completo, y mucho menos, feliz.

Por muy pequeño que creas el avance de tu paso,

éste es muy importante en el caudal creciente
de la evolución

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La desigualdad actual entre hombre y mujer, generada por un patriarcado milenario en todos los campos de la existencia, vida social, familiar, educación, política, religión, trabajo, etc. ha menguado el verdadero caudal intelectual, artístico, emotivo, espiritual y de poder implícito en las mujeres, minimizando todo su potencial y relegándolas al servicio del hombre, a parir hijos, a realizar trabajos a veces extenuantes dentro y fuera del hogar, convirtiéndolas en una especie de entes, calentitos y humanos, sumisas, resistentes al dolor y al sufrimiento, renunciantes de sí mismas, amorosas y muy prácticas, del que se nutren, aprovechan y benefician hijos, maridos y la sociedad en general.

Lo más grave de todo es que esta inconsciencia de espíritu reprimido, enclaustrada en el seno de cada mujer por miles de años, es el resultado de la trayectoria histórica del sinsentido hasta el día de hoy, ya que el mundo ha sido dividido, guiado, manipulado y creado a imagen y semejanza de sólo una parte de la especie humana: el hombre.

Así, con un total desequilibrio entre géneros, hemos llegado hasta aquí. Un tremendo fallo en la Humanidad, y se continúa fracasando. El motivo de este error social que ha machacado a una gran parte de la especie humana es el aferramiento al poder, el afán de protagonismo, el dominio, la falta de conciencia moral elevada, la fuerza bruta y… el miedo a la mujer.

El género femenino tiene una gran misión como madres y educadoras de los hombres y mujeres del futuro. Todos los miedos que sufrimos a lo largo de nuestra existencia, traumas, creencias y actitudes, son implantados y grabados a fuego desde los primeros indicios de vida en el útero materno (porque ya sabemos que los fetos oyen y sienten las emociones maternas). Posteriormente, hasta los 6-7 años, el ambiente familiar va haciendo posible que los pequeños cerebros de los niños y las niñas se queden marcados con todos los traumas y miedos inducidos por padres y madres para toda su vida. Así es como se forman mujeres sumisas e inseguras y hombres necios y arrogantes convencidos de que el mundo les pertenece sólo por ser más fuertes y agresivos, por ser los machos de la especie, tomando como ejemplo la conducta de los animales.

Esta clase de educación en el escenario familiar se traslada al ámbito social y educativo, donde se repiten los mismos patrones. En los colegios e institutos se manifiesta un alto índice de dominio y malos tratos masculinos a las chicas que lo permiten y lo aceptan. Es increíble que, en la época que vivimos, exista un alto índice de violencia machista, más o menos soterrada, en cualquier entidad, social y educativa; muchas veces camuflada, pero ahí está.

¡Imposible continuar por este camino! Afortunadamente hay movimientos progresistas por parte de las mujeres –y de muchos hombres que se van sumando a esta acción solidariamente–, para la justicia, la libertad, y la recuperación del lugar en un mundo que le pertenece a la mujer por derecho propio.

Aún queda mucho recorrido en este camino imparable ya, en el que la sabiduría y la fuerza femenina van ganando terreno; desgraciadamente, todavía hay en el mundo muchos países en los que por culpa de las tradiciones sociales y religiosas, tardaremos más (me temo que mucho más) en llegar a la igualdad.

Sabemos que esos lugares son todavía muy inaccesibles a la libertad, pero la masa crítica de cada vez más personas emitiendo la misma onda de sanación puede dar lugar a cambios sutiles pero trascendentes. Es como una chispa que puede prender un gran fuego, solo que el viento tiene que ser favorable también.

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I

Tus pensamientos, creencias y acciones, crean tu futuro

El mundo que hemos creado es producto de
nuestros pensamientos. No se puede modificar
sin cambiar nuestra forma de pensar

Albert Einstein

Efectivamente no podemos resolver los problemas que hemos creado con nuestras actitudes y creencias, con esos mismos sistemas de pensamiento; no es posible, tenemos que cambiar de perspectiva.

Desde hace más de 7.000 años, la cultura y todas las formas de gobierno son patriarcales. Todas las leyes han estado orientadas exclusivamente desde la perspectiva masculina. Nuestra cultura, la política, nuestro sistema médico, la religión, la educación familiar y reglada, las actividades de todo tipo, sitúan en lugar preferente al hombre. El varón, el más fuerte físicamente, es el ser superior. El dominador decide cómo, cuándo, hasta dónde, cuánto y por qué.

En este caso, ¿qué pasa con la mujer, con la parte femenina? ¿Dónde queda? ¿Qué atributos tiene? ¿Hasta dónde puede actuar? ¿Cómo puede desarrollar unas funciones concretas con toda plenitud si ha estado y está aún vetada? Si en pleno siglo XXI las mujeres todavía cobran un salario 23% menor respecto al masculino haciendo la misma tarea que el hombre (y a veces mejor), ¿dónde estamos?

La conciencia colectiva de la Humanidad está impresa en el ADN de cada ser humano, con lo cual aún existe una forma de tendencia machista muy dañina que llevamos troquelada inconscientemente y que fluye en las ocasiones que menos esperamos, tanto en la parte masculina, dominadora, como en la parte femenina, de sumisión y disculpa continua que acarrea rabia y resentimiento escondidos, muchas veces solapados por una sonrisa, incapaces de sacar ese fuego tóxico que consume y mata poco a poco a sus poseedoras.

Aunque las niñas de pequeñas sean atrevidas, extrovertidas y libres –generalmente más y antes que los niños–, poco a poco van imitando y copiando el comportamiento de sus madres, a las que ven desenvolverse en un espacio reducido respecto al padre. Entonces dejan de pensar, se vuelven tímidas e inseguras o pierden esa fuerza creativa que les brotaba de forma natural, para convertirse en niñas complacientes, mediadoras y apaciguadoras de conflictos entre los padres. Pierden la confianza en sí mismas e intentan imitar a las preciosas y perfectas modelos que anuncian cualquier cosa en televisión. Al no poder imitarlas ni ser iguales en belleza, comienzan a minusvalorar su cuerpo, a no aceptarlo, pudiendo en muchos casos convertirse en anoréxicas.

El éxito en los niños es, en cambio, estimulado incluso en el fracaso, haciéndoles ver que si han fallado ha sido por motivos externos, y si triunfan, es debido a sus propias capacidades. Así se afianza su autoestima.

Aunque ellas no perciban en principio estas diferencias, lo harán progresivamente, sintiéndose cada vez menos valoradas, a la vez que sufrirán la injusticia del trato por la diferencia de sexo sin comprender por qué.

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La creación de dependencia en las mujeres

Muchas mujeres creen inconscientemente que deben ser protegidas, que debe haber alguien que vele por ellas; naturalmente un hombre fuerte y poderoso. Esta creencia, inconscientes de que ellas mismas son las responsables de la familia y por ello están siempre dispuestas a sacrificar su carrera cuando ésta interfiera en el equilibrio de su pareja y de sus hijos; da igual que hayan estudiado en la misma universidad que el hombre y conseguido matrícula de honor, de poco les servirá ante el «deber familiar». Ellas se anularán por voluntad propia. ¿Por amor? ¿Por el servicio a los demás? ¿Por no menguar la autoestima de su pareja?

Muchos hombres no consienten de alguna manera que su pareja femenina consiga más éxito en cualquier campo que ellos; no están acostumbrados y su ego se podría resentir en muchos casos. De hecho muchas mujeres aparentan adrede menor inteligencia o habilidades profesionales y domésticas que sus compañeros, a fin de no acomplejarles o influir en su trayectoria profesional, ya que éstos podrían sentirse disminuidos o acomplejados y no tolerarlo.

Según nos han inculcado, informado y repetido hasta la saciedad, las mujeres nacen con la culpa innata (recordemos la historia de Eva y la serpiente), y por muchos méritos que hagan en su vida, aún no son reconocidas en la misma medida que los hombres haciendo exactamente lo mismo. Afortunadamente ya se van dando casos de mujeres que van escalando puestos de prestigio empresarial, cultural y político a pesar de los impedimentos que el machismo patriarcal ha puesto en su camino durante siglos.

Hay que tener en cuenta que aún vivimos en una sociedad androcéntrica en la que el mundo es contemplado desde un punto de vista masculino. Ponerse a la altura del todopoderoso varón aún es imposible para la mujer en muchos lugares del mundo.

Hoy día muchas mujeres están mediatizadas por los modelos sociales, la publicidad, la moda, las películas, recibiendo una falsa información sobre la estética femenina que la mayoría de las veces está creada precisamente por hombres (modistos, diseñadores, publicistas, productores) que manipulan las imágenes reforzando la baja autoestima corporal de las mujeres normales, difundiendo ese concepto de falsa belleza de mujeres sin curvas, masculinizadas.

La insatisfacción con el propio cuerpo es otra de las muchas causas de la violencia simbólica en este caso contra las mujeres. La identidad de muchas se fundamenta en la belleza, a través de una constante exposición y vulnerabilidad a la aprobación externa. Se impone a las mujeres un modelo de belleza que ejerce la función de control social que antes ejercieron la religión, con el modelo de madre o virgen, o con la imposición de lo doméstico con el modelo de ama de casa. Como decía Naomí Wolf, escritora norteamericana que escribió «El Mito de la Belleza»: una mujer no se puede gustar a sí misma si no puede ser libre, y la sociedad se ha encargado de que las mujeres no nos lleguemos a gustar nunca. Esta forma de control sobre las mujeres es muy poderosa. Es un estado de alerta continua sobre su apariencia externa, con una constante atención y un trabajo continuo que se imponen ellas mismas por no ser «perfectas», inducido por los medios de comunicación y sociales.

La mujer es muy crítica consigo misma, a veces casi despiadada; es como si tuviese un crítico interior dispuesto a devaluar lo femenino, las propias acciones aunque éstas sean impecables. Ya va siendo hora de soltar a este tirano interior para no aceptar el maltratador externo. Hay que colgarse todas las medallas habidas y por haber; ello ayudará a soltar lacras de muchos miles de años instauradas en nuestro Ser.

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La piel, como manifestación externa del conflicto interno

El equilibrio de la piel está basado en la salud del organismo.

En una piel bonita y sana intervienen muchos factores: la herencia, la alimentación, el ejercicio regular y una buena respiración y oxigenación al aire libre.

Pero, sobre todo, es el equilibrio nervioso emocional el que juega un papel determinante en la piel, ya que una persona de trayectoria vital inestable, con exceso de pensamientos recurrentes, negatividad emocional, rabia, miedo, pena, y envidia, verá alterarse el equilibrio de su sangre y menguar todo su sistema inmune; así que por muy bien que se nutra o descanse, no podrá tener el equilibrio que la piel necesita para que sus funciones de regeneración sean positivas.

La piel constituye uno de los órganos más importantes del cuerpo; es el más grande y es insustituible. En la piel sentimos el mundo que nos rodea. De la piel no nos podemos salir. En ella están presentes toda una serie de sensaciones, estímulos y respuestas sorprendentemente ligadas a nuestro interior.

Fisiológicamente tiene una acción primaria protectora. Participa en la excreción de productos tóxicos, percibe los estímulos del ambiente y es reguladora de la función térmica y sensorial. Las alteraciones cutáneas, por muy modestas que se presenten, son preciosos chivatos de desequilibrios internos o enfermedades.

La piel también tiene una función germicida. En torno a nosotros viven una gran cantidad de microorganismos patógenos que la atacan continuamente; pero el manto ácido que ésta contiene (con un pH que oscila entre 5,5 y 6,5 aproximadamente) los mantiene a raya, ejerciendo de eficaz barrera de protección.

Toda perturbación de uno de nuestros órganos internos se proyecta en la piel, y toda afección de una determinada zona de la piel, es transmitida al órgano correspondiente.

De sus múltiples funciones, las más importantes son:

  1. Delimitación y protección
  2. Contacto
  3. Expresión
  4. Estímulo sexual
  5. Respiración
  6. Exudación
  7. Termoregulación

Todo lo que ocurre en la piel –mancha, tumefacción, inflamación, granito, absceso–, así como el lugar de su aparición, no es casual sino un indicativo de un proceso de desequilibrio interno. «Todo lo visible es sólo la expresión de lo invisible».

Por otro lado, la nefasta formación e información que las mujeres han recibido sobre la pureza femenina y la virginidad, lleva a muchas a un exceso de higiene corporal. Desde la última uña del pie hasta el más lejano cabello, esta exagerada pulcritud hace muchas veces estragos en la epidermis, ya que el manto ácido de la piel se deteriora disminuyendo las defensas de este precioso y envolvente tejido que nos protege.

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No digas sí, si estás sintiendo no

Estás diciendo que sí, cuando estas sintiendo que no;

estás diciendo que no, cuando estás sintiendo que sí

Observa qué pasa dentro, estás dejando de existir

anulando tu voluntad, ¿has pensado de verdad en ti?

Estás diciendo que sí, cuando estas sintiendo que no;

estas diciendo que no, cuando estas sintiendo que sí

Observa lo que esa dicotomía ejerce en tu corazón,

en tus sueños, tu disfrute, en tu auténtico valor

Estás diciendo que sí, cuando estas sintiendo que no;

estás diciendo que no, cuando estás sintiendo que sí

Observa el maltrato a ti infligido

por tu ambigua indecisión,

a lo más sagrado en ti, dividiendo energía pura

en fragmentos que se extinguen en la nada, sin llegar hasta su fin

Estás diciendo que sí, cuando estas sintiendo que no;

estás diciendo que no, cuando estás sintiendo que sí

Te estás negando a la canción del amor que impregna tu cielo,

menguando tu auténtica e inteligente vibración.

Observa tu espíritu grande, tus deseos, tu pasión

Y grita un sí al universo o di simplemente ¡NO!

¿¿Sí o no??

El poder personal, nuestra libertad, no se regala sin más; es lo más valioso que tenemos los seres humanos aunque durante siglos se nos haya educado para ser sumisas y aceptar el dominio masculino.

Se nos ha amaestrado para servir, pero no desde el corazón, sino desde la imposición. A base de hacernos repetir siempre las mismas pautas con toda naturalidad a lo largo de la Historia, hemos llegado a creer que somos eso que han querido los hombres que seamos para ellos: serviciales, ignorantes, sumisas, complacientes, hacendosas, prudentes, amorosas, y por supuesto, siempre compuestas, guapas y simpáticas para cuando llegue el rey de la casa, «aunque estemos reventadas».