Deseo, más que ninguna otra cosa, ser testigo de la creación en América de la más grande nación del mundo, no tanto por su inmenso territorio y sus riquezas, sino por su libertad y su gloria.
Simón Bolívar
Ha llegado para la América española la hora de declarar la segunda independencia.
Cuando todos los hombres sepan leer, todos los hombres sabrán votar, y, como la ignorancia es la garantía de los extravíos políticos, la conciencia propia y el orgullo de la independencia garantizan el buen ejercicio de la libertad. Un indio que sabe leer puede ser Benito Juárez; un indio que no ha ido a la escuela, llevará perpetuamente en cuerpo raquítico un espíritu inútil y dormido.
José Martí
Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.
Fidel Castro
Las revoluciones en los países atrasados que impliquen cambios profundos en su estructura económico-política y social, si no logran la Integración Económica Política Regional entre sí, más temprano que tarde, serán absorbidas por las potencias industrializadas del Norte y desaparecerán. De ahí que la integración sea indispensable e impostergable para garantizar las conquistas logradas y la supervivencia e independencia de estas Naciones.
Manuel A. Castro Formento
AAC: Arancel Aduanero Común.
ACNUR: Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
ACP: Grupo de países de África, Caribe y Pacífico.
AEC: Asociación de Estados del Caribe/Arancel Externo Común.
AEF: África Ecuatorial Francesa.
AFTA: ASEAN Free Trade Association.
Aladi: Asociación Latinoamericana de Integración.
Alba: Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
ALALC: Asociación Latinoamericana de Libre Comercio.
ALC: Área de Libre Comercio.
Alca: Área de Libre Comercio de las Américas.
ALGR: Alta Autoridad de Liptako-Gourma.
Alide: Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo.
AMI: Acuerdo Multilateral de Inversiones.
AMIC: Acuerdo Marco Interregional de Cooperación.
AOD: Ayuda Oficial para el Desarrollo.
AOF: África Occidental Francesa.
APEC: Asia-Pacific Economic Cooperation/Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico.
ASEAN: Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (por sus siglas en inglés).
AUE: Acta Única Europea.
BCE: Banco Central Europeo.
BCEAC: Banco de los Estados de África Central.
BCEAO: Banco Central de los Estados de África Occidental.
BDEAC: Banco de Desarrollo de los Estados de África Central.
BEI: Banco Europeo de Inversiones.
BERD: Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.
BID: Banco Interamericano de Desarrollo.
BM: Banco Mundial.
BOAD: Bando de Desarrollo de África Occidental.
CAJI: Cooperación en Asuntos de Justicia Interior.
CAME: Consejo de Ayuda Mutua Económica.
CAN: Comunidad Andina de Naciones.
CAO: Comunidad del África Oriental.
Caricom: Comunidad del Caribe.
CARIFTA: Área de Libre Comercio del Caribe (por sus siglas en inglés).
CELAC: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Cepal: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
CBFT: Comisión de la Cuenca del Río Chad.
CBI: Cross-Border Initiative.
CCC: Cámara Central de Compensación.
CCI: Centro Común de Investigación.
CDE: Centro de Documentación Europea.
CDR: Comité de las Regiones.
CDS; Comité de Defensa Sudamericano.
CE: Comunidad Europea/Comisión Europea.
CEA: Comunidad Económica de África.
CEAO: Comunidad Económica de África Occidental,
CECA: Comunidad Europea del Carbón y Acero.
CED: Comunidad Europea de Defensa.
CEDEAO/ECOWAS: Comunidad Económica de los Estados del África Occidental.
CEDEFOP: Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional.
CEDH: Convenio Europeo de Derechos Humanos.
CEEA: Comunidad Europea de Energía Atómica.
CEEAC: Comunidad Económica de Estados de África Central.
CEE: Comunidad Económica Europea.
CEI: Comunidad de Estados Independientes.
CELAC: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
CEMAC: Comunidad Económica y Monetaria de África Central.
CEN: Comité Europeo de Normalización.
CEPA: Comisión Económica para África.
Cepal: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
CEPGL: Comunidad Económica de Países de los Grandes Lagos.
CESE: Comité Económico y Social Europeo.
CFN: Comisión del Río Níger.
CIEI: Centro de Investigaciones de la Economía Internacional.
CMR: Consejo Monetario Nacional.
COI: Comisión del Océano Índico.
COM: Documento de la Comisión Europea.
COMESA: Mercado Común del África Oriental y Austral.
CPCM: Comité Permanente Consultivo Magrebí.
CPE: Cooperación Política Europea.
CPJP: Cooperación Policial y Judiciales Materia Penal.
CSCE: Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa.
CSN: Comunidad Sudamericana de Naciones.
DAI: Derechos Arancelarios a la Importación.
DAES: Departamento de Asuntos Económicos y Sociales.
DEG: Derechos Especiales de Giros.
DIT: División Internacional del Trabajo.
DOUE: Diario Oficial de la Unión Europea.
EAC: Mercado Común de África Oriental (por sus siglas en inglés).
EAFTA: Área de Libre Comercio de Asia Oriental (por sus siglas en inglés).
EBC: Economía Basada en el Conocimiento.
ECOFIN: Consejo de Ministros de Economía y Hacienda.
ECTS: Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (por sus siglas en inglés).
EEE: Espacio Económico Europeo.
EEES: Espacio Europeo de Educación Superior.
EEI: Espacio Europeo de Investigación.
EFTA: Asociación Europea de Libre Comercio (AELC por sus siglas en castellano).
ELC: Espacio de Libre Comercio.
ELSJ: Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia.
EME: Escalas Mínimas Eficientes.
Estados BLNS: Botswana, Lesotho, Namibia y Suazilandia.
EURATOM: véase CEEA.
EURO: Moneda Oficial de la Unión Monetaria Europea.
EUROFOUND: Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo.
EUR-OP: Oficina de Publicaciones Oficiales de la Comunidad Europea.
EUROPOL: Oficina Europea de Policía.
EME: Escalas Mínimas Eficientes.
FAO: Programa Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
FECOM: Fondo Europeo de Cooperación Monetaria.
FED: Fondo Europeo de Desarrollo.
FEDER: Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
FEI: Fondo Europeo de Inversiones.
FEOGA: Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola.
FIDA: Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.
FMI: Fondo Monetario Internacional.
FLAR: Fondo Latinoamericano de Reservas.
FOCEM: Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur.
FRCC: Fondo de Reserva y Convergencia Comercial.
FSE: Fondo Social Europeo.
GANRI: Grupo de Alto Nivel sobre Reforma Institucional.
GATS: Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios.
GATT: Acuerdo General sobre Aranceles de Aduana y Comercio (por sus siglas en inglés).
GCC: Consejo de Cooperación de los Estados Árabe del Golfo.
GIBID: Gasto Interno Bruto en Investigaciones y Desarrollo.
GMC: Grupo Mercado Común.
GMS: Grupo Mercado Común.
GRAN: Tratado de Cartagena conocido como Pacto Andino.
G-3: Grupo de los Tres (CAN, TLCAN, Alca).
IDE: Inversión Directa Extranjera.
IE: Integración Económica.
IFD: Instituciones Financieras para el Desarrollo.
IFOP: Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca.
IIRSA: Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana.
IME: Instituto Monetario Europeo.
IR: Integración Regional.
ISI: Industrialización para Sustitución de Importación.
ISRI: Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
IVA: Impuesto sobre el Valor Añadido.
JAI: Justicia y Asuntos de Interior.
MC: Mercado Común.
MCCA: Mercado Común Centroamericano.
MCCO: Mercado Común del Caribe Oriental
Mercosur: Mercado Común del Sur.
MEUR: Millones de Euros.
NACE: Nomenclatura General de Actividades Económicas de las CE.
NAFR: Arquitectura Financiera Regional.
NCM: Nomenclatura Común del Mercosur.
NEPAD: Nueva Estrategia de Cooperación para el Desarrollo de África.
NOEI: Nuevo Orden Económico Internacional.
OBK: Organización para el aprovechamiento del Río Kagera.
OCAMM: Organización Común África, Malgache y Mauricia.
OCDE: Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.
OCM: Organización Común de Mercado.
OECO: Organización de Estados del Caribe Oriental.
OIEA: Organismo Internacional de Energía Atómica.
OIT: Organización Internacional del Trabajo.
OMC: Organización Mundial del Comercio.
OMS: Organización Mundial para la Salud.
OMVG: Organización para el aprovechamiento del Río Gambia.
ONG: Organizaciones No Gubernamentales.
ONU: Organización de Naciones Unidas.
OPOCE: Oficinas de Publicaciones Oficiales de la CE.
OSCE: Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.
OUA: Organización de la Unidad Africana.
PAC: Política Agrícola Común.
PAL: Plan de Acción de Lagos.
PAM: Pacto de Asistencia Mutua.
PAMA: Programa de Acción Mercosur Libre de Fiebre Aftosa.
PCT: Progreso Científico-Técnico.
PE: Parlamento Europeo.
PECC: Consejo de Cooperación Económica del Pacífico.
PESC: Política Exterior y de Seguridad Común.
PESD: Política Europea de Seguridad y Defensa.
PIB: Producto Interno Bruto.
PMDER: Países evaluados como de Menor Desarrollo Económico Relativo.
PNB: Producto Nacional Bruto.
PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
PTA: Zona de comercio Preferencial de África Oriental y Austral.
PYMEs: Pequeña y Mediana Empresa.
RMAI/CMC: Zona Monetaria del Rand/convertida en 1986 en Zona Monetaria Común.
RUE: Tratado de Unión Europea.
SACU: Unión Aduanera de África Austral.
SADC: Comunidad de Desarrollo de África Austral.
SADCC: Conferencia para la Coordinación del Desarrollo en África Austral.
SEBC: Sistema Europeo de Bancos Centrales.
SELA: Sistema Económico Latinoamericano.
SIC: Sistema de Integración Centroamericana.
SME: Sistema Monetario Europeo.
STABEX: Sistema de estabilización de precios de exportación a productos básicos agrícolas.
SYSMIN: Mecanismo de financiación especial de productos mineros.
TAC: Tarifa Arancelaria Común.
TARGET: Sistema de Pagos Trans-europeo Automático en Tiempo Real.
TARIC: Consejo de Cooperación Aduanera.
TCE: Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea.
TCECA: Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
TCEEA/Euratom: Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica.
TEC: Arancel Externo Común.
TJCE: Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.
TLCs: Tratado de Libre Comercio.
TIC: Tecnología de la Información y las Comunicaciones.
TLCAN: Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
TPI: Tribunal de Primera Instancia.
UA: Unión Aduanera.
UE: Unión Europea.
UDEAC: Unión Aduanera y Económica de África Central.
UE: Unión Europea.
UEAC: Unión de Estados de África Central.
UEAC: Unión Económica de Asia Central.
UEMOA: Unión Económica y Monetaria de África Occidental (fusión entre CEAO y UMOA en 1994).
UEO: Unión Europea Occidenta/Centro Europeo de las Empresas Públicas.
UMA: Unión del Magreb Árabe.
Unasur: Unión de Naciones Suramericanas.
UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (por sus siglas en inglés).
Unesco: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (por sus siglas en inglés).
UNICE: Unión de las Industrias de la Comunidad Europea.
ZLC: Zona de Libre Comercio (entre México, Venezuela y Colombia).
La obra Teoría y práctica de la integración económica en América Latina y el Caribe, progresista e impostergable de Manuel Castro Formento, confirma que América Latina transita en la actualidad por un momento excepcional de su historia económica, política y social, en la que prevalece un acentuado subdesarrollo y una pobreza, cuyo índice crece a un ritmo superior respecto a los índices de crecimiento y desarrollo económico debido a la desigual distribución de las riquezas creadas por la sociedad. A esta situación se suman dos factores negativos: uno, la tendencia a aumentar más la intensidad y complejidad de la globalización económica y financiera a escala mundial, con lo cual se potencia el grado de explotación y dependencia de las economías atrasadas al poder hegemónico de los países industrializados y de sus poderosas empresas transnacionales que absorben las economías locales e impiden cualquier intento para elaborar estrategias que permitan concretar un programa de desarrollo integral sostenible para elevar el bienestar de estas naciones; y dos, el fracaso de los procesos de integración regional sustentados en principios y normativas capitalistas siguiendo la experiencia de países desarrollados.
Empero, la conciencia económica y política de los pueblos atrasados acerca de las causas u origen de su pobreza ha evolucionado, madurado progresivamente estos conocimientos, lo que ha coadyuvado a que surjan los movimientos sociales con inusitada fuerza movilizativa y de lucha, cuyos propósitos están encaminados a conquistar el poder político y realizar profundas reformas. En consecuencia, la asunción al poder en muchas naciones Centro y Sur americanas de gobiernos progresistas que ya ejecutan —con el apoyo de estas fuerzas— programas políticos y la puesta en marcha de profundas transformaciones en la estructura productiva y social, permiten vislumbrar el nacimiento de una nueva era de prosperidad y con ello el fin del neocolonialismo para aquellas naciones que se integren.
En este libro se demuestra que el creciente empeoramiento de las relaciones de intercambio imposibilita el desarrollo económico y social de esta región, conduce a un constante aumento de la depauperación de los niveles de vida y obliga a que la integración tenga un carácter urgente e impostergable. Además, analiza los factores esenciales que condicionan y viabilizan este proceso, y fundamenta la importancia de adoptar medidas concretas para garantizar la armonía y coordinación de las tareas que intervienen en el proceso de desarrollo e integración. Como bien expresa el autor en la Presentación:
Este estudio tiene el propósito central de mostrar con una rigurosa fundamentación (…), que la integración regional acompañada de una amplia y profunda cooperación económica, científico-técnica y fuertes principios de solidaridad (…) es la alternativa más segura y viable que tienen los países subdesarrollados para evitar que las acciones depredadoras de la globalización económica ejercida por las cada vez más poderosas empresas multinacionales, puedan continuar saqueando las economías de los países del tercer mundo, impidiéndoles la industrialización y un comercio equivalente; con lo cual, además, las convierten en economías totalmente dependientes de los países desarrollados y en simples colonias abastecedoras de materias primas, con la consiguiente creciente depauperación de los niveles y calidad de vida de la población.
Consideramos que un aspecto de sumo interés en esta obra es haber aportado los elementos básicos que confirman la concepción de integración que exigen los excluidos del desarrollo. Asimismo, resulta relevante la definición de los principios que deben presidir el proceso de integración, sean estos técnicos, organizativos, económicos y políticos. De ahí, la importancia de concebir las políticas y objetivos que sustentaran para el mediano y largo plazos los programas de desarrollo e integración de manera coordinada entre los países participantes, así como propiciar nuevas relaciones económicas y de intercambio entre las naciones comprometidas en este proceso.
Resulta novedoso el método que utiliza para determinar la unidad dialéctica de las directivas y tareas estratégicas que deben estar presentes en un programa de desarrollo integral sustentable, lo cual exige conocer las variables que aseguran los compromisos con el proceso de integración y permiten el análisis de su comportamiento en cada país y a escala regional. Asimismo, valoramos de pertinente el énfasis que se hace acerca de lo imprescindible de preservar la unidad política y de criterios económicos de carácter estratégicos entre los países participantes, con el objetivo de consolidar el proceso y avanzar hacia etapas superiores del proceso integrador, así como fortalecer su posición negociadora frente a organismos internacionales y países industrializados.
Al examinar las tareas que cumplen los programas financieros, se observa cómo define con precisión su estructura, las principales variables y funciones que desempeñan en el marco de las relaciones económico-financieras que se crean para garantizar los proyectos de desarrollo e integración de la economía. Esto le permite a las instituciones responsabilizadas con el cumplimiento de estas tareas determinar las reservas potenciales, mecanismos e instrumentos de intermediación financiera, en aras de evitar que los recursos asignados a la inversión y el consumo se desvíen hacia otros fines no previstos, así como asegurar los compromisos contraídos con la colaboración y otras obligaciones del proceso integracionista. Para la consecución de estos propósitos y en aras de contribuir a que se haga viable la ayuda externa, se prevé crear normas técnicas, organizativas y legales, las que además deberán servir de instrumento de control.
Resulta vital la idea en la que se analiza la relación e interdependencia existente entre ahorro e inversión; evaluándose que la insuficiente capacidad de ahorro es un problema estructural, lo cual determina una tasa insignificante de acumulación monetaria, haciéndola dependiente de los capitales externos. También es de mucho interés las valoraciones que se hacen respecto a la necesidad de precisar las principales estrategias y medidas para fortalecer los índices de ahorro interno; así como la de asegurar una base propia para financiar los planes de inversiones, y limitar la dependencia que crea al hacer un uso indiscriminado del capital externo. Se enfatiza en lo indispensable de conocer y dominar qué funciones cumplen la variable del ahorro en la formación bruta del capital, en el financiamiento de los programas de desarrollo y para limitar la dependencia al capital externo.
Deseamos subrayar que la integración regional que se propone va acompañada de la primicia participativa de la población, una amplia y profunda cooperación económica científico-técnica, fuertes principios y mecanismos de complementación y de solidaridad, por ser estos los elementos esenciales de la alternativa que se propone, así como la fórmula más segura y viable para consolidar las bases esenciales de la integración y evitar las acciones depredadoras de la globalización económica impulsada por los países desarrollados.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) ha logrado aunar las políticas exteriores de unos pocos gobiernos latinoamericanos que han iniciado este nuevo proceso integracionista: Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, San Vicente y Las Granadinas, Antigua y Barbuda y últimamente, Dominica, San Cristóbal y Nevis, Santa Lucía y Granada. El objetivo general que se persigue es transformar las sociedades latinoamericanas haciéndolas más justas, cultas, saludables, protagónicas y solidarias.
Para aquilatar el alcance y significación de este libro, es preciso rememorar el pensamiento crítico vertido durante los últimos diez años por los participantes en los Encuentros Internacionales sobre Globalización y Problemas del Desarrollo. No huelga, por tanto, enumerar algunos de los criterios que durante largos años han sido objeto de profundas reflexiones y consensos en los mencionados encuentros; en particular, los tratados sobre el tema del proceso de integración, con el propósito de reafirmar la virtualidad y trascendencia de esta obra. Sobresalen, entre otros aspectos, los siguientes:
La presentación del tema de la integración estuvo centrado en América Latina y fue abordado en tres dimensiones: la subregional, la regional y la continental, con referencias a los procesos que se desarrollan en el Mercado Común del Sur (Mercosur), Centroamérica, la Comunidad del Caribe (Caricom), la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) y Alba; destacándose —salvo esta última— que sus bases constitutivas y acuerdos no satisfacen las demandas apremiantes de desarrollo y eliminación de la pobreza de los países participantes en estas organizaciones.
Prevaleció la concepción y necesidad de la integración como un fenómeno geopolítico, no exclusivamente de naturaleza económica, sino que incluye los aspectos socioculturales, relaciones entre instituciones, colaboración científico-técnica y otros. Se fundamentó la necesidad de crear “un nuevo regionalismo”, así como la caracterización jurídica y económico-social del proceso negociador en marcha a nivel hemisférico.
Las relaciones de intercambio comercial evidencian que el crecimiento del comercio intralatinoamericano a partir del avance de los procesos de desgravación arancelaria y atenuación de otras barreras no arancelarias, aun cuando aumenta su volumen resultan desiguales los beneficios derivados de la liberalización comercial para los países miembros.
Es alentador que las instituciones promotoras de la integración latinoamericana hayan incluido en sus agendas las conexiones entre redes de comunicación, transporte, energía, y otros recursos básicos, al igual que la estrategia de cooperación entre pequeñas y medianas empresas para incrementar la competitividad en los mercados mundiales. Sin embargo, las potencialidades de nexos culturales, educacionales, de salud y otras iniciativas integradoras de las ciudadanías, están aún insuficientemente exploradas y aprovechadas.
Dado que los grupos subregionales latinoamericanos se encuentran en diferentes estadios de uniones aduaneras imperfectas, posee singular trascendencia en la actualidad avanzar en las negociaciones entre ellos, para lograr paulatinamente la convergencia entre esta telaraña de acuerdos, que según algunos, puede irse produciendo a partir de las iniciativas y voluntades de los países.
No obstante, en las limitaciones persistentes en los procesos de integración de la región latinoamericana, se evidenció que las soluciones a complejos problemas nacionales requieren la concertación de acuerdos entre países y la más dinámica inserción competitiva de estos en la economía mundial, objetivos a los cuales puede y debe contribuir un acertado diseño de integración, bajo la premisa de unir voluntades para concebir y aplicar políticas activas de desarrollo productivo y tecnológico que combatan la pobreza frente a las ideologías y prácticas neoliberales.
En los años noventa del pasado siglo se asistió a un nuevo dinamismo del proceso integrador como resultado de favorables condiciones propiciadas por la creciente liberalización e internacionalización, así como por los requerimientos del progreso científico-técnico, lo cual reclamaba defacto la coordinación de políticas económicas que aún están muy lejos de materializarse.
Entre los resultados más destacados se indicó el crecimiento del comercio intralatinoamericano y, especialmente, el de las manufacturas; la mayor captación de inversión directa extranjera y la ampliación de la cooperación entre diferentes agentes económicos, sociales y políticos. No obstante, ha resultado significativo el impacto negativo sobre estos procesos de las crisis mexicanas, del sureste asiático, Rusia y Brasil. Ese escenario internacional adverso, entre otros factores, ha conducido a algunos países de la región a reacciones unilaterales, imponiendo medidas proteccionistas o propiciando devaluaciones competitivas que han afectado la credibilidad del proceso de integración, haciendo más lentos sus progresos desde 1999.
Algunas valoraciones señalan la ampliación de los mercados y el incremento de las economías de escala como beneficios esperados de la integración; mientras otros expresan que la unidad regional es la única posibilidad de contemplar con optimismo el futuro de América Latina y el Caribe. Esta unidad es necesario lograrla ahora, o el actual proceso de globalización no posibilitará alcanzarla más adelante. Tales procesos pueden atenuar las amenazas de la globalización, al tiempo que crean mejores condiciones para aprovechar las oportunidades que de ella se derivan, viabilizando una reinserción más efectiva de sus miembros en la economía mundial. Pero estos procesos han provocado la pérdida de grados de libertad en la adopción de políticas nacionales y han restringido la autonomía del Estado-Nación. Asimismo, se han distribuido desigualmente los beneficios y costos entre sus diferentes integrantes.
Deseamos subrayar que actualmente existe una proliferación de acuerdos regionales en el mundo, los cuales presentan diferente profundidad, una cobertura muy amplia y creciente complejidad. Esto genera problemas que no han sido suficientemente evaluados, como los referidos a normas de origen, ámbito de los acuerdos, así como desafíos para la gestión pública y privada. Lo anterior obliga, entre otros, el análisis de los problemas de la convergencia en los diversos acuerdos y su compatibilidad con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Decisiva influencia ha tenido en todo ello la Ronda del Milenio, enfatizándose que las decisiones acerca de estas, en la medida en que se vayan adoptando, condicionarán el tratamiento de los sectores productivos y de servicios en los acuerdos regionales, lo que puede generar situaciones de confluencia, o de crecientes conflictos.
En el marco de los debates se hizo referencia a experiencias particulares de los distintos procesos de integración en marcha en el hemisferio americano, Asia-Pacífico y la Unión Europea (UE). En un sentido crítico fue señalado que en América Latina los procesos de integración presentaron un énfasis cortoplacista, han promovido la concentración de capitales y no prestaron suficiente atención a la agenda de los problemas sociales.
La integración regional constituye un medio para enfrentar los desafíos que impone la globalización a la dinamización del desarrollo en Latinoamérica, al posibilitar condiciones que fomentan la diversificación productiva, la internacionalización de las empresas, la calificación de los recursos humanos, las actividades intensivas en conocimiento, e incrementos de productividad que contribuyan al crecimiento de la competitividad. Al respecto se subrayó que entre los mayores desafíos de la región está la definición del modelo de desarrollo que se desea lograr a través de la integración y la continuación del carácter abierto del regionalismo. La máxima diversificación posible de las relaciones externas de América Latina y el Caribe con los Estados Unidos, Europa y Asia contribuirá a reducir la concentración de sus relaciones comerciales, financieras y tecnológicas.
Las discusiones en torno a la integración económica entre países subdesarrollados destacan el carácter multifacético del fenómeno y las enormes diferencias existentes con respecto a los acuerdos que se han consolidado entre las naciones industrializadas, así como los obstáculos que se enfrentan debido a las acciones desintegradoras de algunas naciones desarrolladas y de los organismos financieros internacionales.
La mayoría de los criterios coinciden en la necesidad de mejorar los mecanismos institucionales de la integración regional, de modo que estos sean funcionales a los retos de la globalización y garanticen los intereses esenciales de los países miembros, así como lograr la estabilidad macroeconómica, la coordinación de políticas y la recuperación de la soberanía monetaria como precondiciones para el éxito de la integración.
El análisis del proceso inversionista a los miembros del Mercosur en un largo período, evidenció que la diferente participación de las transnacionales responde más a desequilibrios de los oligopolios globalizados, que a las condiciones que los receptores les ofrecen. Además existen dudas sobre la posibilidad de sustentar el crecimiento de estos países durante los próximos años en la entrada de Inversión Directa Extranjera (IDE) porque resulta cuestionable la política y capacidad de atracción de esos flujos en el marco de una estrategia acertada para que sus potenciales oportunidades puedan contribuir a flexibilizar las restricciones externas al desarrollo, sin adaptarse pasivamente a los intereses de los emisores.
La valoración de los aspectos financieros de la integración permitió argumentar las limitaciones existentes para la constitución de un área monetaria subregional. Sin embargo, fue explícitamente planteado el necesario ejercicio de la soberanía nacional en el diseño de las políticas monetarias que contrarresten la creciente dolarización en el continente. En esa dirección se puso en evidencia el impacto que tienen los diferenciales devaluatorios sobre el comercio intraregional. También se enfatizó la necesidad de evaluar de manera integral, y no solo desde el punto de vista financiero, los impactos de los flujos migratorios en los espacios subregionales y hemisféricos.
En particular, está presente la diferencia entre los modelos articuladores de la integración en la UE y en las Américas, así como en sus políticas económicas y en algunos objetivos trazados, a pesar de las similitudes en muchos elementos de ambos procesos. Asimismo, se argumentó la necesidad de continuar profundizando en el diseño del modelo alternativo de integración que requieren nuestros pueblos para avanzar hacia el progreso económico-social, así como en la formación de una teoría crítica de los informes y evaluaciones presentados por los organismos internacionales.
Existe consenso acerca de los múltiples riesgos e incertidumbres de la integración regional frente al Alca; y que el proceso de integración latinoamericano se encuentra en la encrucijada de transformar los logros subregionales en avances regionales; los que resultan esenciales al entablar negociaciones en el ámbito hemisférico, regional y multilateral, o diluirse en limitadas concertaciones. Además, se considera que los procesos subregionales de integración aportan en América Latina un marco para el diseño y el desarrollo de estrategias que pueden ofrecer opciones frente a la globalización. La gobernabilidad de esta es urgente, pero los países débiles solo pueden influir a su favor a través de las alianzas regionales.
Muchas han sido las razones para oponerse al Alca, destacándose entre otras la falacia del acceso al mercado norteamericano; la ausencia de mecanismos y políticas para tratar las asimetrías y para compensar a los sectores económicos y sociales excluidos; su impacto negativo sobre los Estados nacionales, las empresas públicas y la integración regional; y por privilegiar las estrategias de las empresas transnacionales frente a los intereses nacionales de desarrollo; resaltándose el peligro de hacer creer que no existen opciones para enfrentarse al proyecto del Alca. Ese Acuerdo se define, no como tratado de libre comercio, sino de libre circulación de capitales y mercancías que revive las intenciones del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI). Se plantea que la resistencia constituye el punto de partida en la construcción de alternativas, así como la importancia de la lucha por divulgar la inconsistencia y los efectos nocivos de ese proyecto y sus consecuencias entre todos los ciudadanos de la región, quienes deben exigir la máxima transparencia al respecto.
En el caso de la sociedad latinoamericana, existe la aspiración de otro tipo de integración que sea negociada desde proyectos nacionales de desarrollo, acuerdos en que los objetivos sociales y ambientales se prioricen respecto a los tratados comerciales y de inversiones; los que deben ser considerados como medios para alcanzar el crecimiento y el bienestar social y no para permitir tan solo el saqueo de las riquezas naturales y explotación intensa de los trabajadores.
También se abordó la importancia del proceso de integración de todo el conocimiento humano acumulado, donde la formación y conservación de un capital intelectual, consciente de su función social, podría ser un potencial importante para el aprovechamiento por parte del mundo subdesarrollado de las oportunidades que ofrece la globalización, y evitar que las empresas transnacionales con el apoyo de los gobiernos utilicen la educación como instrumento de consagración del actual sistema de dominación y comprometa el futuro desarrollo de los países atrasados.
Prevalece el criterio de poner en el centro de la integración la colaboración en la esfera productiva, la creación de un brazo financiero propio, el desarrollo de una infraestructura funcional al desarrollo endógeno y no al de enclave de exportación, la emergencia de una sociedad del conocimiento regional, la necesidad de realizar el tránsito de la intergubernamentalidad a la supranacionalidad. Asimismo, se reconoce que la integración estratégica, a pesar de su importancia, no forma parte de la agenda cotidiana de muchos de los gobiernos de América Latina. Además, se mantiene una excesiva confianza en la liberalización y en el regionalismo abierto. Se enfatiza que para los países de menor desarrollo se mantienen limitaciones en los espacios integrados y los mayores beneficiarios de estos procesos continúan siendo los grandes capitales.
Durante la vigencia de las políticas neoliberales se produjeron cambios importantes que provocaron debilidad en los aparatos gubernamentales, mostrando cada vez menos capacidad e influencia en el desarrollo y en la reinserción adecuada de los países subdesarrollados en la economía mundial. Esta filosofía a favor de los intereses del mercado por encima de la ciudadanía fue promovida e impuesta por los centros de poder dominantes, aunque no se aplicó en países desarrollados. Para revertir estas tendencias se planteó, entre otras, el fortalecimiento del papel del Estado, la integración regional que jerarquice una nueva cultura de administración, así como la utilización de la evaluación sistemática y participativa de las políticas públicas, aplicando técnicas cuantitativas y cualitativas. Este Estado renovado debe caracterizarse por su transparencia, eficacia, eficiencia y vocación de recoger las expectativas de las mayorías, rindiendo cuenta periódicamente a la sociedad de su gestión; así como luchar contra la corrupción como mal consustancial al sistema capitalista y la necesidad de fomentar una ética y cultura nueva en la administración que conduzca a la mayor transparencia, rendición de cuentas y control del uso de los recursos.
Es insoslayable reflexionar sobre el concepto de desarrollo y necesidad de sustituir el modelo prevaleciente, si tenemos en cuenta que no puede solucionarse la pobreza mientras no se cambien los patrones de apropiación de las riquezas. Las nuevas circunstancias requieren la revisión de conceptos económicos históricos, entre ellos el de “crecimiento económico”, así como la tradición que ha hecho del dinero la medida de todo. Se precisa que las valoraciones acerca del crecimiento de los territorios incluyan en sus análisis no solo dimensiones monetarias, sino aquellos indicadores que miden la calidad de vida, lo social y el aspecto natural en términos patrimoniales, con enfoques transdisciplinarios. De ahí la relevancia —en concordancia con el pensamiento de Castro Formento— en diferenciar la integración que necesitan los países atrasados para alcanzar su desarrollo.
En consecuencia, compartimos el criterio del autor cuando señala que “(…) la integración es un proceso que surge y se expande a causa de la propia profundización de las contradicciones del desarrollo capitalista, así en el caso de los países desarrollados tiene como objetivo conservar la hegemonía de sus posiciones y ventajas económico-políticas que les ofrecen los mercados controlados por sus transnacionales. Pero también se expande por los países atrasados como una respuesta para promover el desarrollo, preservar sus intereses económicos, garantizar la seguridad regional y defenderse de las presiones políticas de que son objeto por los bloques y centros de poder mundiales. La integración entre países atrasados se diferencian del primero por el carácter, profundidad y amplitud de los objetivos sociales priorizados que persiguen, llegando en algunos casos a plantearse modelos de integración verdaderamente progresistas, al rechazar los principios normativos metodológicos neoliberales impuestos por los países del centro industrializados y el modelo de integración de los países desarrollados. Tal es el caso del Alba, Mercosur, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y recientemente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de continuar estos con sus programas de reformas”.
Asimismo, coincidimos con el autor cuando expresa que “(…) el hilo conductor de los últimos acontecimientos nos induce a pensar que el programa energético, el Banco del Sur y el Banco del Alba promovidos por Venezuela (…) están llamados a convertirse en factores clave y aglutinadores del proceso integrador para América Latina y el Caribe. En efecto, la formación de una estrategia de desarrollo energética ya tiene un carácter extraordinario en la región y un éxito indiscutible en el camino de la unidad e identificación mutua de estas naciones, lo que indudablemente conducirá a un proceso de gradual ampliación con la inclusión de otros objetivos, habida cuenta que los principios plasmados en la concepción del modelo integrador del Alba constituyen un verdadero reto para materializar la integración económico-financiera y política que necesitan los países subdesarrollados. No huelga recordar que fue el éxito de la formación de la Comunidad Europea del Carbón y Acero (CECA) en 1951, la que condujo a que se consolidara la Comunidad Económica Europea (CEE)”.
Compartimos el criterio en cuanto a la convicción de que están creadas las condiciones para convocar a un gran Congreso con el firme propósito de unir voluntades, unificar criterios, defender la concepción de integración que satisfaga los intereses de las grandes masas de América con el objetivo final de elaborar un programa unificador de todos los procesos de integración vigentes y, en consecuencia, trazar las políticas que permitan avanzar intensamente por la vía de la integración profunda, y en la que prevalezca y consolide los principios de la solidaridad, la cohesión social y compromisos de luchar contra la pobreza y la exclusión.
Todos estos temas son tratados con profundidad en el libro que estamos presentando y ratifica de manera unívoca su trascendencia histórica y lo indispensable de su publicación en aras de poder expandir a todos los países atrasados la rica experiencia de sus valoraciones y recomendaciones. Saludamos con beneplácito la iniciativa y fecunda obra del profesor Manuel A. Castro Formento, seguro de que fortalecerá la formación de una nueva conciencia integradora en los pueblos y gobiernos de los países subdesarrollados.
Doctor Santos García Villar
Presidente de la Fundación
Universitaria Iberoamericana